Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 27 enero 2024 - 12:41 am
Categoría: General

DAVID BARBERO

Esta tarde noche, he acudido al teatro Arriaga a ver la obra ‘Cielos’ del reconocido autor Wajdi Mouawad, dirigida por el también reconocido Sergio Peris Mencheta. Está interpretada por Marta Belmonte, Xoel Fernández, Alvaro Monje, Pedro Rubio y Javier Tolosa.

-Esta obra cierra la tetralogía de este autor que lleva el título genérico de ‘La sangre de las promesas’. Los títulos anteriores son ‘Incendios’, ‘Litoral’ y ‘Bosques’. Las cuatro obras tienen una fuerte ambición argumental y simbólica de analizar y denunciar las tragedias que padece la humanidad en estos momentos y que están ancladas a lo largo de la historia.

-De las cuatro obras, la que ha adquirido mayor reconocimiento y mejores comentarios ha sido ‘Infiernos’. Obtuvo un muy notable éxito en todo el mundo. Se alabó su estructura que enlazaba con las tragedias clásicas griegas. También se le atribuyó un simbolismo, además de entendible, profundo en su aplicación a las situaciones actuales.

-En este caso, ‘Cielos’ no ha tenido ni tanto éxito, ni tampoco el mismo reconocimiento. El argumento reúne a un grupo criptógrafos, traductores e investigadores que trabajan para impedir un ataque terrorista que enormes dimensiones y múltiples localizaciones que busca un grandísimo impacto en todo el mundo.

-Para proporcionar mayor transcendencia a esta misión, es enmarcada en una inmensidad de mensajes, captados y decodificados, procedentes de los hijos  muertos en todas las guerras del siglo pasado, que culpan a sus padres por esas muertes y anuncian una gran matanza a través de esos atentados múltiples.

-Con ese objetivo, el espectáculo se desarrolla en dos direcciones o quizá haya  que decir niveles. En el aspecto más obvio y directo, se plantea como un thriller cinematográfico, de espías o desactivadores de artefactos explosivos. Estos aspectos de trama negra se amplifican por las tecnologías sonoras y visuales.

-Con la intención de darle, por lo menos en apariencia, sensación de transcendencia y profundidad, se trata de provocar un ambiente enrarecido por debates ‘serios’ y misteriosos. Se colocan conversaciones larguísimas y enigmáticas. Casi todas ellas se mantienen por los personajes sentados y estáticos.

-Estas tácticas, en lugar de producir las pretendidas profundidad ideológica y la transcendencia de pensamiento, ocasionan desinterés y confusión. Incluso llega a producir aburrimiento, ya que dan vueltas repetitivas sobre el mismo punto, sin avanzar en ninguna dirección. Hay que reconocer que,en los últimos minutos de las casi dos horas de representación, se produce un cambio notable que lleva a producir una buena sensación final.

-En el otro nivel, el campo del simbolismo queda también lastrado por los efectos antes citados de la confusión y reiteraciones argumentales. Por esa razón, queda la sensación de que el propio autor participa de ese estado sin capacidad de trabajarlo más para superarlo.

-Cabe decir que la dirección escénica realizada por Sergio Peris Mencheta cuida todos los detalles en la intención de conducir al espectador en esas direcciones múltiples y tratar de ayudarle a estar atento a pesar de las dificultades.  Se nota que ha realizado un muy esforzado trabajo.

-(Abro, para finalizar, este paréntesis con el fin de recordar una vez más que el autor de estos comentarios es muy consciente de que sus sensaciones son meramente subjetivas, y, la mayoría de las veces, equivocadas.)

 

 

 

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