Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 10 diciembre 2020 - 12:47 am
Categoría: General

David Barbero
-En la tertulia improvisada que solemos hacer al salir del teatro, esta tarde-noche, ha habido discrepancias a la hora de definir la pieza que acabábamos de ver. Se han expresado definiciones como: Un ejercicio de nostalgia, una catarsis, una autocritica, una celebración, una liberación o exorcismo de viejos recuerdos. Quizá una metáfora.
-La obra que acabábamos de ver era ‘La maniobra Heimlich: Vomitando los 80’. Se ha representado en el Teatro Arriaga. Está producida por la compañía Mama Krea y dirigida por Pako Revueltas. Ha sido interpretada por Ramón Ibarra, Enriqueta Vega, Javier Barandiaran, Na Gomes y Ainhoa Artetxe. La dramaturgia está firmada por Ángel Mirou. Pero seguramente debe considerarse autores a todos, ya que ha sido escrita sobre la base de sus recuerdos y declaraciones.
-La maniobra a la que alude el título, según se recuerda en la obra, es una serie de compresiones abdominales bajo el diafragma con el fin de superar el atragantamiento. De esa manera, se evita el bloqueo de las vías respiratorias, que impide la llegada de oxigeno al cerebro y a los pulmones, lo que podría ocasionar la muerte o daños cerebrales. Es, por lo tanto, un recomendable acto liberador para determinadas situaciones.
-Lleva el nombre del doctor norteamericano Henry Heimlich, que desarrolló este método y lo expuso públicamente en el año 1974. Con él, sustituyó a las conocidas palmaditas en la espalda, que desde entonces pasaron a mejor vida.
-Si ha sido tomada como metáfora, es señal de que, de esa manera, quieren simbolizar el deseo de desbloquear su atragantamiento de la cultura, la música, las ideas, los prejuicios, las actitudes, las revoluciones fantásticas y otras ilusiones que vivieron durante su juventud, en los años ochenta y parte de los noventa del siglo pasado. En frente, colocan a una representante de las nuevas generaciones para que sirva como espejo de lo que se puede pensar de ellos desde fuera.
-En los ejercicios llevados al escenario, estos teatreros muestran su valentía al realizar esta autocrítica liberadora, además de la no muy común sabiduría de saber reírse de uno mismo. A la vez, han dejado constancia de su aprovechada veteranía, de sus ‘tablas’ y de su buen hacer escénico.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 7 diciembre 2020 - 12:21 am
Categoría: General

David Barbero
-He acudido esta tarde a la sala teatral la Fundición de Bilbao con una doble sensación contradictoria. Además, lógicamente, de las restricciones por la dichosa pandemia y la molestia de la lluvia. En principio, una sensación era positiva y otra, negativa.
-La obra que he ido a ver lleva el título de ‘Cadena de montaje’. La compañía responsable es Cambaleo Teatro. Vienen desde Aranjuez. El director es Carlos Sarrió. Las intérpretes son las actrices Eva Blanco y Begoña Crespo, además de la coreógrafa Carmen Werner. El texto lo firma Suzanne Lebeau
-La predisposición negativa nacía de haber leído que esta obra pretendía ser un homenaje. A mí, los homenajes, en teatro, me suelen producir artísticamente prevención. Incluso los bienintencionados como éste. Va dedicado a las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez.
-El aliciente esperanzador era la promesa de que se quería realizar una denuncia de la violencia contra las mujeres y una reflexión sobre la relación de esta violencia con la explotación laboral vigente por el actual sistema económico.
-Debo reconocer que el segundo sentimiento era más fuerte que el primero. Así que he entrado en la recoleta sala con gran curiosidad.
-El resultado ha sido satisfactorio. Para hacer la denuncia, la dirección ha recurrido a un recitado directo, destacando la narración de los hechos y enfatizando las intenciones, las responsabilidades y las culpas. Las dos actrices, con austeridad de gestos pero con emotividad, han sabido transmitir la gravedad de los asesinatos y la solidaridad hacia las víctimas.
-Hay que atribuir un gran merito al texto de Suzanne Lebeau. Sencillo, pero contundente. Con gran contenido. Poniendo énfasis en lo fundamental, pero sin aparatosidad innecesaria. Además, ha tenido la habilidad de expresar con gran claridad la interpretación social de la vinculación de la violencia a la explotación del sistema catalanista. Sin utilizar conceptos pomposos ni palabras académicas.
-Antes, he expresado mi prevención hacia los homenajes teatralizados. Debo rectificar en esta ocasión. Ha corrido a cargo de la bailarina y coreógrafa Carmen Werner. Ha estado lleno de emotividad. Muy expresivo y adornado con numerosos símbolos.
-Así que un buen trabajo de los miembros de Cambaleo teatro en esta denuncia, reflexión y también homenaje, ‘Cadena de montaje’.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 5 diciembre 2020 - 11:58 pm
Categoría: General

David Barbero
-Soy consciente de que corro el riesgo de aburrir repitiendo tanto esta idea. Pero voy a seguir. Para mí, el teatro no es un museo donde se muestran montajes escénicos intemporales para pasar el rato. Ni siquiera para admirar su calidad. A mi juicio, el teatro debe ser un espejo donde se pueda mirar la sociedad contemporánea para verse reflejada, debatir y corregir sus defectos.
-Con ese criterio, la obra ‘Los papeles de Sísifo’, que se está representando en el teatro Arraiga de Bilbao, cumple los objetivos que debe tener el teatro. Y además, lo hace en un lenguaje escénico que pretende llegar y ser asequible a todos.
-La vi la semana pasada en su versión bilingüe y esta tarde he vuelto a presenciarla en su versión integral en castellano. He señalado que ahora están en el teatro municipal de Bilbao. Ya ha estado en el de Vitoria. Lo estará en el de Donostia. Y recorrerá otros lugares de la península, ya que en la coproducción participa el Centro Dramático Nacional.
-Alguien dirá que el tema tratado, el del cierre del periódico en euskera ‘Egunkaria’ y las connotaciones con la censura y la represión, es un asunto polémico y hasta controvertido. Yo lo veo como un aspecto positivo. Aunque haya quien exija rigor para estos planteamientos. Pienso que está bien que el teatro provoque polémicas, discusiones y debates. Cosa que es difícil de conseguir en un museo de obras clásicas muertas.
-Destacaré, además, aspectos parciales que me han parecido de interés. El autor del texto es Harkaitz Cano. Es reconocido ya por sus textos narrativos y sus expresiones en otros géneros literarios. Creo que aporta aire nuevo. Un descaro positivo. Una saludable ausencia de convenciones narrativas teatrales. Aunque también haya alguien que encuentre algún diálogo más literario que teatral.
-Fernando Bernués es, a mi juicio, un valor seguro en la dirección teatral. Se ha ganado esa reputación a fuego lento, con muchas representaciones y ensayos. Tiene, además, la ventaja de no dormirse en los laureles. En cada proyecto, avanza y experimenta. En este caso concreto, es interesante el tratamiento escénico con diversos niveles y perspectivas. Incluso en diferentes distancias. En mantener acciones simultáneas. En complementar espacios, personajes y estímulos. Aunque haya quien encuentre alguna escena innecesaria.
-El elenco es amplio. Incluso asumiendo cada actor o actriz diversos ‘papeles’. Están muy elegidos. Hasta se cuidan, en algunos casos, los parecidos físicos. Con trayectoria prestigiosa. Todas las intervenciones están cuidadoras y medidas. Se presta atención a la totalidad y a los detalles concretos. Hay énfasis en los momentos que se quieren subrayar.
-Merecen ser citados todos. Anjel Alkain, Joseba Apaolaza, Mikel Losada, Iñigo Azpitarte, Kepa Errati, Mireia Gabilondo, Aispea Goenaga, Olaia Gil. Asier Hernández, Asier Hormaza, Iñaki Rekarte, Alexandru Stanciu y Dorleta Urretabizkaia.
-He dejado colgado el nombre de Ikerne Giménez. Ha sido para destacarlo. Lo que consigue en la parte escenográfica confirma su gran trayectoria. Causa especial sorpresa su interpretación musical en directo. Su presencia sobre el escenario dinamiza y enfatiza la acción.
-En definitiva, la satisfacción de que el teatro no se olvide de mirar hacia la sociedad en la que vive. Esta vez la piedra de Sísifo se ha quedado arriba.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 5 diciembre 2020 - 12:06 am
Categoría: General

David Barbero
-Los que seguís estos comentarios, -si es que se pueden llamar así-, habréis podido percibir que tengo una buena opinión sobre la manera de escribir teatro de mi tocayo David Caiña. Lo he manifestado ya con ocasión de otras obras suyas.
-Destacaría, sobre todo, su habilidad para manejarse en historias cercanas, en apariencia cotidianas. Sabe cómo mover la acción y también los personajes para captar y mantener la atención. Domina los diálogos. Conoce la manera de sacar sonrisas cómplices. Y, al terminar, provoca reflexiones, sin caer en moralejas pretendidamente moralizantes. Tiene habilidad para hacer ver, en esas acciones cotidianas, sus connotaciones trascendentes.
-Hasta ahora, me había fijado más en las construcciones de sus textos teatrales. Hoy he acudido a la sala Cúpula del Teatro Campos Elíseos a ver, otra vez, su obra ‘Pretérito imperfecto’ para fijarme especialmente en su labor como director. Y, además, de su propio texto.
-Me ha parecido que, en este cometido, desarrolla las mismas habilidades que en la escritura. Pone el énfasis en los detalles, en las entonaciones, en los gestos, en coincidencias o en disonancias, que él subraya para que el espectador tenga la sensación de que las capta espontáneamente.
-Otro detalle que me ha parecido destacable en su labor de director es la libertad que deja a los actores. Una libertad calculada. Ya he indicado que cuida hasta las cosas pequeñas. Pero deja que los intérpretes maticen sus expresiones para que suenen más naturales y espontáneas.
-Creo que es un buen rasgo de su inteligencia práctica. O al menos, eso me ha parecido para bien.
-En la representación de esta tarde, también he percibido un muy fluido entendimiento, incluso complicidad, entre el autor- director y los intérpretes. Esto es una baza importante que se nota en lo que sucede sobre el escenario. El mérito hay que atribuírselo también a los actores, Aiora Sedano, Sara Berroeta, Josu Angulo y Kepa Alesso. Realizan un buen trabajo.
-(Me voy a permitir señalar una conclusión, muy secundaria, que me ha parecido percibir en varias ocasiones: Aunque parezca insignificante, es conveniente ensayar también la manera de recibir los aplausos finales. Creo)

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