Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 21 enero 2022 - 12:07 am
Categoría: General

David Barbero
-He intentado hacer cuentas sobre cuántas veces he visto el monólogo ‘Cinco horas con Mario’ escrito por Miguel Delibes e interpretado por Lola Herrera. No he podido precisar el número. Hoy debo añadir una más. Esta tarde he vuelto a verlas, la obra y la intérprete, en el Teatro Campos Elíseos de Bilbao
-Aunque parezca que sigue inmutable, la evolución que han experimentado esta obra y su protagonista me parece excepcional. Ya ha comenzado su quinta década desde que se entrenó en 1979. Me refiero a la evolución personal y emotiva. Unida a la también transformación sufrida por la sociedad en ese periodo. Y me siento afortunado de haber podido vivirla y analizarla.
-Las tensiones, conflictos y esperanzas de aquellos años del estreno, tras la dictadura, en el comienzo de la transición. Con el texto de una novela que se escribió en pleno franquismo, en 1966, y que reflejaba sociedad de entonces. Sobre todo, la situación de la mujer.
-Los que la vimos ya entonces, la encajamos como una propuesta para revisar situaciones, vivencias y comportamientos que había que cambiar y superar. Los tiempos sociales y políticos eran de transición, de camino, de búsqueda.
-Para la protagonista, Lola Herrera, significó también una catarsis personal. Vivida muy conflictivamente. De la que salió fortalecida. Dice que, en aquel momento, sintió rechazo por Mechu, su personaje.
-Alguna década después, volvió a retomarla con otro espíritu. Más reconciliada con el personaje y quizá consigo misma. La sociedad también había evolucionado. Se iban recuperando derechos y libertades. La situación de la mujer mejoraba. Quizá no con la rapidez deseada. Y la obra se adaptó a ese cambio.
-Hubo una etapa posterior, en la que el texto de Delibes y su representación escénica se miraron como un reflejo del pasado. Casi pieza de museo. La sociedad, ya entrada en Europa y con el euro en lugar de la peseta, se movía en otras coordinadas. Creía que se habían superado definitivamente muchas situaciones y peligros.
-Pero parecen amenazar ahora tiempos ya viejos, con enfrentamientos que se juzgaban prehistóricos. Con defensores de ideas pretéritas. Con amenazas de volver a situaciones de la Menchu inicial, la de la novela del año 66 del siglo pasado. Y ‘Cinco horas…’ sigue ahí.
-Con todas estas evoluciones, la representación de esta tarde, en el teatro Campos, ha adquirido una perspectiva distinta. La intérprete se mantiene ágil de mente y de cuerpo. De actitud corporal y de intención en las frases. El teatro Campos estaba completamente lleno. El público se ha reído, creo, más sonoramente que en otros tiempos. Para aplaudir con más entusiasmo se ha puesto de pie al final. Quizá sea como el rechazo a esa amenaza a la que se puede volver. Quizá evidencie una advertencia. Quizá contenga un motivo de resistencia.
-Además, está la diferente situación personal de Lola Herrera, actriz incombustible. Ahora con 86 años, encarnando el mismo personaje que cuando tenía 44, en su joven madurez. Siendo ella la misma, o posiblemente distinta en un porcentaje elevado. Y vete a saber lo que queda.
-He tenido la sensación esta tarde, al salir de la función, de haber asistido a la demostración de que el teatro, las obras, los intérpretes, están siempre vivos. Pase lo que pase.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 18 enero 2022 - 11:10 pm
Categoría: General

David Barbero
-Os pongo en situación sobre este comentario.
-Ya había visto la obra ‘Contado por ellas’ hace algún tiempo. Y entonces, publiqué en este mismo lugar mi opinión. Recuerdo que fue positiva hacia la obra, hacia la autoría, la dirección y la interpretación de Bea Insa. Alabé también la valentía y el compromiso social que significa este espectáculo.
-He seguido con bastante detención la trayectoria de la polifacética Bea. A las autoría, dirección e interpretación ya citadas, hay que añadir la producción, la promoción, la labor pedagógica, y otras muchas actividades en el mundo teatral. Incluso canta y domina instrumentos musicales.
-Todo ese intenso y extenso trabajo ha convertido a Bea en una teatrera conocida y valorada aquí y fuera de aquí. Hace poco, por ejemplo, ha venido de presentar este trabajo el Sudamérica. Aquí desarrolla una actividad muy encomiable con numerosos proyectos, siempre dignos de interés.
-Casi siempre se ha visto obligada a realizar su trabajo con escasez de medios y en circunstancias no siempre favorables. Por esa razón, es de festejar que, en esta ocasión, tenga la oportunidad de presentar su trabajo en un teatro de la categoría del Arriaga. Puede considerarse como un reconocimiento a su trabajo y su calidad.
-Situados aquí, diré que he acudido esta tarde al teatro municipal de Bilbao a ver de nuevo ‘Contado por ellas’ con un propósito concreto. Vi esta pieza en un local pequeño, con muy poca distancia entre el escenario y los espectadores. Se estableció una comunicación muy directa entre la intérprete y el público, casi una complicidad, una cercanía emocional…
-No pongo ningún ‘pero’ a la representación de esta tarde, ni a los complementos y adaptaciones escénicas, hechas para las nuevas dimensiones del escenario y el patio de butacas. Todo lo contrario. Es digno de alabar el esfuerzo. Pero …
-…Pero yo me quedo con la experiencia de ‘Contado por ellas’ en la distancia corta.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 16 enero 2022 - 11:39 pm
Categoría: General

David Barbero
-Debo asegurar que la comparación me pareció arriesgada. Para mí, Antton Chejov y sus obras, y sus personajes y el aroma de sus diálogos y las atmósferas… son una cosa muy seria. Las palabras fueron: ‘Este texto tiene el mismo olor que las obras de Chejov’.
-Le oí esa comparación a Fernando Bernués, en la rueda de prensa de presentación de la obra teatral ‘Mi sólo camina un poco más lento’, que se ha estrenado, este fin de semana, en el Teatro Arriaga de Bilbao, por la compañía Tanttaka. El autor de este texto es el croata Ivor Martinic. Y Fernando es el director del montaje.
-Aunque el autor es todavía desconocido aquí, la obra viene respaldada por numerosos premios. Los miembros de Tanttaka la descubrieron en Montevideo, durante una de sus giras. Después, se han peleado y han arriesgado mucho por llevar a cabo este estreno a pesar de los inconvenientes. Tienen una fe absoluta en ella.
-Han respetado la localización de las acciones y hasta los nombres, porque están convencidos de que los sentimientos, problemas, situaciones y conflictos que se presentan son universales. Tienen profundidad y entidad para afectar a todos, independientemente de procedencias y circunstancias.
-Es una obra muy coral. Refleja los problemas, tensiones, aspiraciones, fracasos y sueños de una amplia familia. Con representantes de varias generaciones. Algunos afectados por enfermedades, demencias o accidentes. Con igual número de mujeres que de hombres. Pero donde ellas hacen y valen más por su intensidad y su actividad.
-Hay condicionantes en sus vidas que pesan mucho. Como la minusvalía o el alzheimer. Pero también, los fracasos, las equivocaciones, los egoísmos o el des-amor.
-Teatralmente, me ha interesado el planteamiento escénico, variado y polivalente, en el que es especialista Fernando Bernués y Tanttaka. Está basado en la pluralidad de todo el plano de una vivienda con sus diferentes estancias y habitaciones. Aunque exige más precisión en los movimientos, proporciona una mayor diversidad y hasta simultaneidad para las acciones.
-Referencia especial merece la apuesta en interpretación, por parte del amplio y selecto elenco elegido para esa diversidad de tipos humanos que hay en la obra. Merecen el reconocimiento de ser citados todos. Miren Arrieta, Klara Badiola, Mireia Gabilondo, Asier Hernández, Ander Iruretagoiena, Xabi López, María Redondo, Martxelo Rubio, José ramón Soroiz y Dorleta Urretabizkaia. Hay que reconocer que, en Gipuzkoa, existe un buen cartel interpretativo.
-No creáis que me he olvidado del ‘olor a Chejov’ que he señalado al principio. Desde el comienzo de la representación, esta tarde en el Teatro Arriaga de Bilbao, he tenido muy abiertas mis pituitarias amarillas para intentar percibirlo.
-Voy a exponer, con sinceridad, el resultado. No lo he logrado. Para ser totalmente honesto con mi valoración, debo añadir el adjetivo ‘todavía’. Y lo voy a explicar.
-Comenzaré insistiendo en que, en el Teatro Arriaga, ha tenido lugar un estreno absoluto. Las primeras representaciones aquí. De un texto y de un montaje complejo. Y con ese experimento escénico, interesante, de acciones y presencias simultaneas. Suele suceder en los estrenos, a los que a veces se llega sin los ensayos suficientes.
-Es un espectáculo que va a crecer mucho y muy pronto. Con unas cuantas representaciones, la función se va a asentar. La compenetración de los actores cambiará el resultado. Los personajes adquirirán personalidad. El juego escénico, en lugar de encorsetar, permitirá agilidad y coherencia.
-De todos modos, me sospecho, -y esto tiene sólo un valor subjetivo- que el olor a Chejov no va a ser muy profundo. Ni los personajes, ni la acción, ni las atmosferas dan para ello. Pero me reitero en el carácter subjetivo de esta apreciación.
-Por delante, va mi reconocimiento de vuestra valentía, riesgo, calidad y esfuerzo.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 16 enero 2022 - 12:53 am
Categoría: General

David Barbero
-El título de este comentario debe ser tomado al pie de la letra. A mi juicio, claro. Cuando la compañía teatral La Zaranda viene por las cercanías, hay que cuadrar las agendas para acudir a su encuentro.
-Uno de los sitios donde estos veteranos camaradas de las artes escénicas hacen siempre escala es el Teatro Barakaldo. Allí han estado, esta tarde, con su espectáculo ‘La batalla de los ausentes’.
-Allí, esta tarde, me he encontrado con sus seguidores incondicionales. Incluso, me he encontrado con algunos muy aficionados a los que sólo veo cuando viene esta compañía. Antes, eran Teatro inestable de Andalucía la baja. Ahora se han convertid0 en Teatro igualmente inestable, pero de ninguna parte. Puede considerarse un ascenso.
-A los ‘zaranderos’ nos persigue la necesidad de acudir a alimentarnos de su visión esperpéntica para resituarnos en la comprensión de la autentica realidad. Esta ajustada fotografía social la encontramos en sus imágenes exageradas, en sus acciones aparentemente dislocadas, en sus palabras profundas, en sus gestos deformados.
-Esta tarde, hemos vuelto a encontrar como autor a Eusebio Calonge; como director a Paco de la Zaranda; como intérpretes a Francisco Sánchez, Gaspar Campuzano y Enrique Bustos. El núcleo duro de la formación.
-En esta ‘Batalla de los ausentes’, aseguran que de la resistencia han pasado al ataque. Pero ellos, -y también nosotros- saben que serán derrotados otra vez por los de siempre. Por los que ganan todas las batallas. Superados por las hostilidades del destino y por el tiempo implacable. Pero firmes en el frente, aunque no se sepa dónde está.
-La obra arranca con la reunión de tres soldados que desean conmemorar una batalla, ya olvidada hasta por ellos mismos, en la que fueron derrotados. Pero que ellos no dan por perdida. Desean mantener la esperanza de realizar una última gesta gloriosa, a pesar de que reconocen que no servirá para nada.
-Tampoco saben ya muy bien dónde está el enemigo que les volvió a ganar. Incluso tienen duda de quién en ese enemigo, o con qué rostro se presenta ahora. Pero tienen -tenemos- muy claro que, en definitiva, no es otro que el poder y sus muchas manifestaciones.
-La absurda lucidez se vuelve a manifestar unida a la profundidad de pensamiento. Las frases contundentes están llenas de radical escepticismo; y la mofa sarcástica se mezcla con verdades como puños.
-Esta ‘Batalla de los ausentes’, la que se desarrolla dentro de nosotros mismos, evoca un pasado que no termina de irse. Intuye un futuro que no acaba de llegar. Y se libra en un presente, de cuya existencia se puede dudar. ¡El tiempo!
-Y una vez ‘zarandeados’ -de nuevo en el Teatro Barakaldo- por la correspondiente dosis de visión esperpéntica, pero realista, de la sociedad, intentaremos afrontar la realidad pasando de la resistencia al ataque, con la seguridad previa de volver a ser derrotados, pero no vencidos.
-¡Ah! Me ha parecido significativo que, esta vez, al final, cuando se apagan todas las luces, han dejado encendida una pequeña bombilla.
-Menos mal que La Zaranda sigue existiendo. Haría falta mucha inteligencia para recrearla.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 8 enero 2022 - 11:43 pm
Categoría: General

David Barbero
-Esta tarde me he acordado de los versos escritos por aquel poeta renacentista llamado Jorge Manrique: ‘Cómo, a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor’. Ha sido antes de entrar en el Teatro Arriaga de Bilbao, para ver la obra ‘Manolita Chen, un cuento chino’.
-Quiero puntualizarlo desde el principio. Entiendo ese verso de la siguiente manera: Nuestro parecer, es decir nuestra nostalgia, nuestra congénita insatisfacción, nos hace ver que lo que pasó hace tiempo fue mejor que lo que sucede ahora. Pero no es verdad que sea así. Yo, que no soy nostálgico, pienso que Manrique tampoco lo era.
-Creo que el recuerdo de ese verso renacentista me ha venido subconscientemente por pensar que iba a asistir a una obra nostálgica de tiempos pasados.
-Una vez vista la obra, ‘Manolita Chen, un cuento chino’ es efectivamente un recuerdo emocionado de Manuela Fernández, conocida por el apellido de su marido Cheng Tse Ping. Ellos crearon, dirigieron y protagonizaron el teatro portátil e itinerante que se hizo famoso en las décadas centrales pasado siglo XX. En plena dictadura del general del bigotillo. Pero no me ha parecido nostálgico, en el sentido de magnificar aquellos tiempos y aquel tipo de espectáculos. Ha sido una recreación bastante plural, crítica, sugerente, analítica, con equilibrio entre el afecto y la severidad.
-Hace un retrato positivo de Manolita. Realmente tenía valores para destacar. Pero sabe reírse de sí misma y reconocer sus limitaciones. Incluso con humor. Lo cual es signo de inteligencia.
-Reconozco que tenía también el temor de que, en ese recuerdo nostálgico, se llegara a magnificar las supuestas extraordinarias dotes escénicas de algunos de sus colaboradores como Fernando Esteso, Andrés Pajares, los hermanos Calatrava o Bigote Arrocet. Pero tampoco ha sido así.
-No seré yo quien infravalore el trabajo de ningún artista. Y todavía menos, el gusto de quienes disfrutaban con aquellos espectáculos, en los que había que sortear la dura censura franquista. Pero es de justicia reconocer que todo ese mundo respondía a las negativas condiciones sociales, culturales y de miseria que este país sufría en aquellos momentos.
-El alma y la iniciativa de este de este espectáculo y este proyecto de investigación creo que hay que repartirlo entre Pepa Zaragoza, que encarna a Manuela, con gran variedad de registros; Y José Troncoso, responsable de la dramaturgia y la dirección. Responsables ambos del tono lúcido y también emotivo de todo el espectáculo.
-Han estado muy bien acompañados por María Jáimez. Nacho Vera, Chema Noci, Marcos Rivas y Morgane Jaudou. Todos ellos han sabido trasladarnos, con la necesaria distancia y la recomendable cercanía, hacia aquellos teatros portátiles e itinerantes de los años oscuros de la dictadura.
-Al salir del teatro Arriaga, he oído decir a dos personas ya mayores: ‘Ay. ¡Aquellos lejanos tiempos!’. Por el tono, me ha parecido intuir más serena reflexión que nostalgia. Y con una media sonrisa.

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