David Barbero
-Acudí ayer al Pabellón 6 para ver, de nuevo, la representación de ‘Ocaña’, escrita y protagonizada por Unai Izquierdo, dirigida por María Goiricelaya e interpretada por Itziar Lazkano, Mikel Losada y Diego Pérez.
-Era una repetición, la mía, anunciada. Hace exactamente una semana, había asistido, en el Teatro Arriaga, al estreno absoluto de esta pieza. Al terminar la representación y escribir el comentario, expuse mi decisión de volver a verla algunos días después. Pensaba que la circunstancia de ser un estreno, y en un lugar distinto al que estaba destinada, afectaba al resultado.
-Antes de la representación de ayer, la obra ha rodado. No mucho. Pero lo suficiente. Ha terminado las representaciones en el teatro municipal de Bilbao y ha llevado a cabo varias actuaciones más en el local para el que ha sido preparada.
-Debo decir, desde el principio, que me sorprendió enorme y satisfactoriamente a pesar del poco tiempo transcurrido. Tanto que sospecho que esas cualidades ya estaban el primer día y yo no supe verlas.
-Vi hasta más variedad en el vestuario. Desde luego, la distribución de elementos en el escenario permitía más fluidez. La iluminación, de David Alcorta, me pareció más ajustada y precisa. Incluso las ilustraciones de Ane Pikaza incidían más directamente en el desarrollo de la obra.
-Creo que no había ningún cambio destacable en el texto de Unai Izquierdo. Pero la historia transcurría más viva, menos lineal, más polifacética y variada.
-Otra duda mía del primer día estaba en el engranaje de las escenas narrativas con los cortes musicales y con los monólogos de opinión. Ayer fluían con naturalidad. Habrá que atribuírselo a la dirección de María Goiricelaya.
-Con todo, la impresión más destacada la noté en la interpretación. Sentí, en los cuatro intérpretes, una actuación directa, entregada, precisa, comunicadora, expresiva, variada, intensa, distendida y a la vez concentrada. Itziar Lazkano exhibe su maestría en los gestos, en el matiz de cada palabra, en las actitudes, en los movimientos. Sobre todo, en el papel de madre. Pero también los otros más circunstanciales. Unai Izquierdo, Mikel Losada y Diego Pérez construyen y encarnan tres tipos muy matizados, contenidos y expresivos según la emoción que debían comunicar en cada momento. Metidos en su papel desde el principio. Contagian muy bien sus varadas emociones.
-En definitiva, una emocionante y muy cuidada pieza esta de ‘Ocaña’. Yo no supe verlo en el primer momento. Pero ahora ya está magnífica en su plenitud.
David Barbero
– Vi ayer, en el Teatro Arriaga de Bilbao, la representación de ‘Moby Dick’ que interpreta José María Pou, bajo la dirección de Andrés Lima, sobre la adaptación que ha hecho Juan Cabestany del extenso texto de Herman Melville.
-Primera conclusión. Es muy recomendable, para todos, la vivencia, no sólo la visión, de este espectáculo. Para los aficionados al teatro, puede llegar a imprescindible.
-Si lo hacen, además de participar de un extraordinario e intenso trabajo, se sorprenderán. Si tienen una ida sobre el personaje del capitán Ahad y sobre su aventura con la ballena blanca, es muy posible que profundicen en ella y la cambien por otra visión más potente, profunda, rica y polivalente.
-La idea que tenemos del protagonista y de la obra proceden más de la adaptación cinematográfica y de los resúmenes literarios que se han hecho de la larga novela de Herman Melville. Con el fin de popularizar, esas adaptaciones han simplificado al personaje y la historia.
-En esta versión teatral, en cambio, se va a una profundización, una búsqueda de la esencia, de la polivalente personalidad del protagonista, de su locura, de su obsesión, de su sed de venganza, de su tendencia a la autodestrucción…
-Así el personaje del capitán Aheb aparece como un personaje mítico, un héroe clásico, una personalidad enorme, compleja, rica y hasta contradictoria. Tiene una fuerza descomunal y una entidad poderosa.
-En esta propuesta extraordinaria, adquiere una gran relevancia la presencia de un actor con tanta fuerza y entidad como es José María Pou. Tras verle como Ahab, es difícil imaginarse esa figura encarnada en otro cuerpo, con otros ademanes, otra pasión y otra locura. Difícilmente se puede encontrar una fuerza descomunal encaminada hacia la venganza y la destrucción propia.
-Junto a él, ya ha quedado señalado el trabajo de Juan Cabestany como adaptador de la enorme e irregular novela de Melville. La dirección de Andrés Lima camina con los mismos propósitos de profundizar en esa personalidad y esa epopeya. Todos los que participan o han participado en la obra, colaboran con ese objetivo. Sin desmerecer a nadie, me gustaría destacar la música de Jaume Manresa y los coros.
-Espero haber logrado contagiar el entusiasmo y la curiosidad para descubrir este espectáculo. Si no lo he logrado, vayan a pesar de todo. No pierdan esta oportunidad por mi culpa.
David Barbero
-Ayer, por la tarde, fui al Teatro Arriaga de Bilbao para ver el estreno de ‘Ocaña’. Es una pieza semi musical escrita y protagonizada por Unai Izquierdo. Le acompañan en la interpretación Itziar Lazkano, Mikel Losada y Diego Pérez. Está dirigida por la infatigable María Goiricelaya.
-Quiero insistir en que se trataba de un estreno absoluto. Tenía lugar, como los antiguos ‘Cuartitos’ de este teatro, en el escenario como espectáculo de proximidad. Las filas de espectadores también estábamos en el mismo escenario muy cerca de los actores.
-Acudí muy ilusionado. El equipo artístico, añadiendo también, entre otros, a Ane Pikaza y Adrián García de los Ojos, es de toda confianza.
-Además me parecía un cierto la elección de la figura del pintor y activista Ocaña. Sus características personales y artísticas prometían un espectáculo batallador, además de innovador, agradable, divertido, denunciante, atrevido…
-Ya mientras acudía, era consciente de que los estrenos absolutos son mal día para degustar una pieza teatral. Todo el equipo suele estar pendiente de demasiadas cosas. Los ensayos siempre resultan ser pocos. Las piezas mejoran con el rodaje.
-Durante la representación, me pareció que los integrantes de los equipos interpretativo, artístico y técnico son de la suficiente solvencia, calidad y veteranía como para sacar adelante un estreno como éste.
-Sin embargo, tuve la sensación de que, en esa primera representación, algunas cosas – como el carácter excesivamente narrativo de la pieza, su concepción como homenaje reivindicativo, la preocupación por reflejar toda la vida de este artista tan singular y los ambientes en que tuvo que moverse, la falta quizá de tensión dramática, el recurso a formas de teatro tradicionales, el posible desajuste entre las escenas musicales y las narrativas… -, pedían un tiempo de reposo para degustar y valorar la pieza sin la precipitación del estreno.
-Cómo quedan días de representación en el mismo Teatro Arriaga y después iniciará su recorrido en el Pabellón 6, que es su casa madre, contendremos la impaciencia para saborearlo más y mejor.
David Barbero
-Ayer asistí, en el Teatro Barakaldo, a la presentación de la obra ‘¿Quién es el señor Schmitt?’. Adelantaré que me pareció un pieza sorprendente, original, desconcertante para bien, entretenida, quizá un poco larga, cambiante, compleja, que deja incógnitas por resolver…
-Antes de seguir, debo exponer mis dudas sobre lo que se puede decir de la obra ante personas que previsiblemente deseen ir a verla. Uno de sus méritos es la sorpresa de su planteamiento. Explicar de qué va, puede ser perjudicial para quienes quieran enfrentarse a ella con la mente inmaculada y participar de ese inquietante desconcierto.
-Prueba de esta prevención es que, en el programa de mano, a ningún actor se le atribuye la identidad del personaje que interpreta. Tampoco la nota de la compañía da explicaciones esclarecedoras sobre esas personalidades. Se limita a hacer preguntas.
-Digamos, de modo general, que la obra va sobre la compleja, y a veces contradictoria, identidad, o identidades, que todos llevamos dentro de nosotros mismos. Esta complejidad nos puede llevar por un camino de desconciertos y dudas, muchas cómicas, hasta un desenlace incierto.
-La complejidad del contenido se refleja, o es reflejada, por la complejidad escénica formal. Me refiero a la mezcla de géneros existente en la pieza, Se comienza con una comicidad desbordante y se termina en un tono dramático de gran impacto. Hay quien piensa que la comicidad tiene un gran valor y gusta a muchos. Pero creen que lleva a una superficialidad en el tratamiento de temas profundos.
-Intentar saber quién somos y las dificultades que nuestras contradicciones nos ponen para descubrirlo pueden dar, a la vez, para reírnos de nosotros mismos y para llevarnos al desastre.
-Si debemos destacar nombres positivos para el buen desarrollo de esta obra, hay que señalar la habilidad del autor, el francés Sebastián Thery para navegar en tierras movedizas. Quizá le haya ayudado su faceta anterior como actor.
-Sergio Peris- Mencheta, como director y adaptador, está adquiriendo una mano muy sólida en sus últimas direcciones. La tenía antes. Quizá ahora se ve más su versatilidad y su capacidad para tratar con solvencia cualquier temática. También destaca en la dirección de los actores.
-Hablando de actores, en ‘¿Quién es el señor Schmitt?’, Javier Gutiérrez demuestra que ha adquirido una notable maestría para interpretar muy distintos tipos de personajes. Está extraordinario.
-Como recomendación final, vayan reflexionando sobre quiénes son Vds. como preparación para descubrir quién es el señor Schmitt.
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