DAVID BARBERO
-Os confieso un sentimiento personal. Esta tarde, me ha disgustado no saber euskera. Os explico porqué. He acudido al Teatro Arriaga para ver el estreno de la obra ‘Heisenber’, que, al menos de momento, sólo se representa en euskera. Tenía interés en entenderla de modo completo. Pero me ha sido imposible.
-Así que sólo os puedo contar los motivos de mi interés. Sabéis que Werner Karl Heisenberg fue un muy famoso físico teórico alemán, pionero de la mecánica cuántica, por lo que recibió el premio nobel. En 1927, formuló el también famoso principio de incertidumbre.
-Este principio, en esas abstracciones de lo cuántico, habla de la imposibilidad de medir con exactitud la posición y los movimientos de las partículas. Lo que, metafóricamente, crea en ellas una incertidumbres, que, siguiendo la metáfora, podría ocasionar angustias vitales, ademas de ocasionar relaciones impredecibles.
-No voy a dar más explicaciones, porque se notaría todavía más mi ignorancia, también en este tema.
-De esto va la obra de teatro que se ha estrenado hoy en el teatro Arriaga, escrita por Simon Stephens, dirigida ahora por Fernando Bernués e interpretada por Naiara Arnedo y Ramón Aguirre, que han realizado un muy cuidado trabajo.
-He dicho que de esto va la obra. Pero con una notable diferencia.
-Esta notable diferencia es , en lugar de aplicar el principio de incertidumbre a las moléculas en el plano cuántico, lo hace, metafóricamente, en la vida cotidiana de las relaciones entre las personas de carne y hueso.
-Ese proceso de incertidumbres y de falta de control sobre lo que pueda suceder arranca con una equivocación. Una mujer, en el comienzo de los cuarenta años, confunde a un señor, septuagenario, con su padre, que había ya fallecido. Dada la imposibilidad de predecir los caminos de la vida, según ese principio, los derroteros de esa relación pueden ir por caminos insospechados.
-No me digáis que no es un planteamiento apasionante para un texto teatral. Así que os explicáis, supongo, mi disgusto al no haber podido descubrirlo en su plenitud por mi desconocimiento del euskera.