David Barbero
-Hay intelectuales, estudiosos y teóricos que dan muy poca importancia al llamado teatro comercial.
-Son muy libres de hacerlo.
-Repetí ayer en ir a ver ‘El nombre’. Ya la primera vez me interesó mucho. Ahora me ha interesado todavía más.
-No es de extrañar que la versión original triunfara muy pronto en Francia y que se convirtiera también en película exitosa.
-Aquí, además, los productores se han tomado muy en serio este espectáculo. Es como si tuvieran alguna duda a pesar de tan buenos antecedentes. Han buscado al que pasa por ser el mejor adaptador, Jordi Galcerán. Han contratado al más hábil director de este tipo de obras, Gabriel Olivares. Han seleccionado con cuidado a los cinco intérpretes.
-Así que el resultado ha conseguido los objetivos que se perseguían.
-Hay que reconocer que es un espectáculo con dificultades que superar para que el público lo vea con facilidad. No tiene mucha acción. La conversación es muy rápida. Los personajes tienen muchos matices psicológicos. Hay que crear atmósferas diferentes cada poco tiempo. Es preciso unir el drama y la comicidad.
-En conclusión, hay que tomarse en serio este trabajo.
-¿No pondrías ni una sola pega?
-Tengo dudas sobre la eficacia de los añadidos filmados del principio y del final. Pero eso es accidental.