Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 20 octubre 2017 - 11:48 am
Categoría: General

David Barbero

-Sucedió ayer que, cuando iba yo hacia el teatro Arriaga de Bilbao para ver el estreno de ‘Obabakoak’ dirigido por Calixto Bieito, me encontré con el autor del texto, Bernardo Atxaga. Los dos coincidimos en la compartida expectación por conocer lo que habría hecho el reconocido director teatral con una obra tan emblemática de la literatura vasca. El autor del texto insistía en la curiosidad ilusionada por conocer una visión exterior a él de su propia obra.
-Debo confesar que Atxaga también iba preocupado, a causa de su timidez, por tener que subir al escenario al terminar la representación. E incluso por si se empeñaban en que dijera unas palabras sobre las sensaciones que él deseaba madurar interiormente.
-Yo, por mi parte, en el camino hacia el teatro, especulaba en mi cabeza sobre los diferentes caminos por los que se podría dirigir el espectáculo. Estaba convencido de que se trataba del encuentro complementario de dos grandes artistas, con mundos, trayectorias y vivencias distintas. Me provocaba curiosidad imaginar cómo coincidirían; en qué puntos se solaparían; si serían complementarios o si se plantearía una suma de visiones yuxtapuestas. También tenía curiosidad por saber si el mundo icónico del director inundaría el universo verbal del autor y cómo penetraría el uno en el otro.
-Calixto Bieito ya había comentado en varias ocasiones que se sentía con total libertad creativa al afrontar este proyecto. pero que adoptaba una postura de absoluto respeto hacia lo que consideraba un texto mítico y emblemático.
-La impresión que recibí desde el momento en que se encendieron los primeros focos, los de las bicicletas, destacaba ese respeto con el que Bieito afrontaba el mundo de Atxaga. También estaba presente la decisión de llenar y visualizar ese mundo con todos elementos escénicos, primando la interpretación actoral.
-Coincidió que, en el patio de butacas, me tocaron unas localidades casi contiguas a las de Atxaga. Así pude ser testigo de su atención sin pestañear, de sus gestos de asentimiento y de su contención expresiva durante todo el espectáculo.
-En la selección de pasajes, cuentos y fragmentos de historias, realizada por Bieito, se había intentado que fuera lo más representativa posible del voluminoso libro de Atxaga. Incluso se percibía que Bieito se había enamorado de muchos de esos fragmentos, quizá demasiados, y no se atrevía a prescindir de ninguno aunque el espectáculo se alargara.
-En la interpretación, muy trabajada y detallista, se destacaba la contundencia expresiva de los textos sobre todo en el orden emocional, en la fuerza de la comunicación, en la representación de un ambiente, de un mundo mágico y de unas vivencias muy sentidas.
-Se notaba cómo en cada una de las escenas, incluso en cada palabra, todo contribuía a lograr la máxima fuerza posible. En ese todo, se incluían también las expresiones, actitudes, movimientos y gestos de todos y cada uno de los intérpretes aunque no fueran los protagonistas o no fuera ésa su escena.
-Se percibía una premeditada intención de unir y dirigir en la misma dirección todos los elementos plásticos, de iluminación, las imágenes de las pantallas y los movimientos escénicos para que contribuyeran al efecto expresivo que se deseaba lograr en cada momento.
-En esa conjunción o integración de elementos expresivos, se primaba la impresión artística frente al naturalismo, la imaginación sobre la imitación, la emoción por encima de lo evidente o lo cotidiano. Por esa razón, se destacaban las imágenes y las metáforas, como la del juego de la oca, con las casillas de la muerte o la cárcel, o la de los lagartos que entran por el oído. Se cuidaba la creación de atmósferas con la cooperación de gestos y actitudes por encima de expresiones directas.
-Al terminar la representación, vi cómo Bernardo Atxaga aceptaba resignado, pero sin prisa, las indicaciones para subir al escenario.
-En definitiva, había sido un gran espectáculo, sin haber caído en la tentación de alardes pirotécnicos, con austeridad pero con eficacia de acumular elementos expresivos y emocionales. Había constituido una muestra muy seria de cómo caminar todos en la misma dirección y reflejar la grandeza llena de detalles del mundo mágico de Obaba.
-Yo salí con la sensación de haber presenciado un gran trabajo teatral de conjunto por el que hay que felicitar a todos, comenzando por Calixto Bieito, como responsable máximo, pasando por los actores y actrices, con interpretaciones memorables, y por el equipo técnico de gran calidad.
-No coincidí con Bernardo a la salida del teatro. Pero estoy seguro, por lo que me había dicho al comienzo, que sus expectativas se había cubierto. Además, le obligaron a estar poco tiempo en el escenario soportando los focos. Y logró no tener que hablar en un momento emocional que deseaba reservarse para sí.

Esta entrada se escribio el Viernes, 20 octubre 20 2017 a las 11:48 am. en la categoría: General. Puedes seguir los comentarios de esta entrada usando RSS 2.0 feed. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu pagina web.

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