David Barbero
-La primera comprobación positiva en la sesión de ayer del Teatro Arriaga era el ambiente vivo, animoso, contento y esperanzado del numeroso público que llenaba la sala.
-Era el estreno de la obra ‘La ternura’ de Alfredo Sanzol. Salvo el suyo, en el programa de mano no había otros nombres famosos y populares, ni artistas de relumbrón, ni ganchos de series televisivas.
-De esa positiva y multitudinaria respuesta, se puede deducir que hay un número amplio de aficionados al teatro que rige sus gustos por criterios de calidad, como suele ser la autoría y la dirección de este navarro dedicado al teatro con todas las consecuencias.
-Hubo, sin embargo, una reacción inicial algo preocupante. Al anunciar que la duración superaba con creces las dos horas, se produjo un murmullo de desconcierto y desaprobación. Hasta los más aficionados ya están acostumbrados a que los espectáculos no lleguen a esas duraciones.
-Por el contrario, a la salida del espectáculo, el comentario general era de satisfacción, asegurando que la obra se había hecho menos larga que otras con una duración objetiva menor a causa de su interés.
-Esa sensación hay que atribuírsela a la maestría antes señalada del autor y director. Tampoco deberían restarse meritos a la calidad y meticulosidad de los seis intérpretes que demuestran tener una perfecta sintonía con la obra y las intenciones del inspirador.
-Lo que presenta Alfredo Sanzol es un divertido e ilustrado juego cómico sobre lo que más le interesa a él en los últimos tiempos como es el amor, la felicidad y esa ternura que aparece en el titulo de la obra.
-En esta ocasión, su delicado y meticulosamente trabajado juego se presenta con unos caracteres y una intención, perfectamente identificados como isabelinos. Está hecho al modo de las comedias de Shakespeare. Tanto en el contenido como en las formas. Y en el planteamiento, en las alusiones, en los giros, en los debates verbales y en la construcción de la obra. Sanzol demuestra un conocimiento y un dominio de estas técnicas que en ningún momento parece una imitación sino una manera propia de comunicar emociones, pensamientos y buenas vibraciones.
-En esa consideración, hay que entender el muy adecuado uso de juegos, canciones, utensilios, alusiones, vocablos y referencias totalmente cercanas o populares que dan una proximidad extraordinaria para facilitar la identificación.
-Durante toda la obra, se tiene la sensación de que Alfredo Sanzol ha llegado a un dominio extraordinario tanto en los recursos literarios y de texto como en la escenografía, la arquitectura teatral y la dirección de actores. Pero no se recrea ni se relaja en ese dominio. En cada ocasión, afronta el nuevo reto con inteligencia y valentía. No le preocupa el respeto hacia las normas y cánones preestablecidos. Los utiliza libremente como herramientas para comunicar lo que desea del modo más eficaz posible.
-Hay una circunstancia que juega a su favor. Cuenta con la colaboración de un equipo propio, coordinado y un elenco de actores y actrices con los que existe una complicidad absoluta.
-Quisiera dar una explicación al desafortunado título que preside este comentario. La intención ha sido hacer referencia conjunta a las últimas obras presentadas por Sanzol y unir esta ‘La ternura’ con la todavía reciente ‘La respiración’. Tienen diferente localización física y emocional. Pero las dos son una apasionada búsqueda y exaltación del afecto y el amor. Las dos comienzan en una posición clara y decidida de desamor e incluso de rechazo. Pero terminan con un voluntario homenaje, un descarado panegírico, una abierta orgía y una ilimitada recomendación a amarse de todas las formas posibles.
-Así que bienvenida ‘La ternura’.
Esta entrada se escribio el Sábado, 13 enero 13 2018 a las 18:08 pm. en la categoría: General. Puedes seguir los comentarios de esta entrada usando RSS 2.0 feed. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu pagina web.