Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 9 marzo 2019 - 11:27 am
Categoría: General

David Barbero

-Ayer acudí al estreno en el teatro Arriaga de Bilbao de la obra ‘Ilusiones’. Venía precedida de fama como una pieza innovadora desde Madrid. Pertenece a la prestigiosa y productiva factoría de Kamikaze. El texto es de un autor ruso. Aunque desconocido aquí, ha sido presentado con valores positivos. El director y adoptador es un teatrero de gran prestigio, como es Miguel del Arco. En el elenco, hay intérpretes conocidos y reconcomidos. Pueden destacar los nombres de Marta Etura y Daniel Grao.
-Sin embargo, el aforo no estaba ni mucho menos lleno. Quizá se pueda atribuir a que coincidencia con los actos principales del día reivindicativo de las mujeres. Siendo éstas las que más acuden a los actos culturales, ayer estaban con otra preocupación muy importante.
-La palabra ‘Ilusiones’ pude tener un doble sentido. Por un lado, significa los anhelos de una persona. Por otro, se refiere a las apariencias vacías de contenido real o carentes de veracidad consistente. La obra parece referirse a lo segundo, aunque las dos acepciones suelen estar relacionadas.
-‘Ilusiones’ es un curioso ejercicio sobre la manera de exponer las historias en un escenario. Teóricamente, se suele decir que en teatro las cosas no se tienen que narrar verbalmente, sino que deben suceder. En eso, se diferencia por ejemplo de la novela. Aquí en cambio, las historias se narran. Los actores van contando sucesivamente diversos aspectos de los personajes protagonistas. Con todos esos monólogos, se completa la historia, que no tiene lugar ante los espectadores.
-Eso permite un juego, digamos que, ‘ilusorio’ sobre la realidad de las relaciones entre las personas, sobre el matrimonio y hasta un debate verbal sobre la necesidad de correspondencia en el amor.
-Hay que reconocer que tiene originalidad. También hay que reconocer que la calidad y experiencia del director ayuda que el experimento funcione. Asimismo hay que atribuir parte del mérito al buen hacer de las dos actrices y dos actores que lo llevan a cabo.
-Sin embargo, el juego de narraciones monologadas tiene sus riesgos. Añade dificultades para mantener la atención y es más proclive al aburrimiento. Los responsables de la dirección y la interpretación, conscientes de ello, realizan esfuerzos para evitarlo. Introducen canciones y movimientos complementarios para distraer al personal.
-Ese ejercicio de narraciones parciales para completar una historia a modo de puzle debe realizarse, además, con mucha exactitud. Se nota si hay alguna pieza que es innecesaria para completar el rompecabezas. Existe el riesgo de producir confusión. Eso suele repercutir en que la pieza resulte innecesariamente larga,
-De todos modos, es digno de agradecer el bien intencionado ejercicio de innovar y llevar al teatro por caninos distintos. Así que bienvenidas ‘Ilusiones’.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 7 marzo 2019 - 12:09 pm
Categoría: General

David Barbero

-No recuerdo con exactitud la definición oficial de ‘Joyita’. Más o menos es así: Expresión antigua que alude a un objeto, o también persona, hecho, o hecha, con materiales de gran valor y adornado/a con piedras preciosas. Aunque sea diminutivo, puede aplicarse para destacar todavía más cualidades muy destacadas.
-Es, por lo tanto, un calificativo que viene como anillo al dedo a la pieza teatral ‘Lyceum club’, que ayer volví a ver en el escenario del teatro Arriaga de Bilbao.
-No es de extrañar que, a pesar de su escasa difusión hasta ahora, y sus reducidos medios publicitarios, haya sido reconocida con las nominaciones a destacados premios teatrales.
-Tiene, además, esta pieza una característica muy propia de las joyitas. Es el cuidado, el mimo, la atención a los detalles, el amor con que ha sido hecha y se renueva en cada una de las representaciones. Y otro requisito más. Todos los elementos, por pequeños que sean, dejen encajar a la perfección.
-Por esa razón, va también mejorando en su evolución. Ayer, me gustó, me emocionó, me interesó, me dejó todavía mejor sabor de boca que hace unos meses.
-Una buena parte del mérito debe atribuirse a María Goiricelaya como autora del texto y directora. Sin aparatosos planteamientos, nudos y desenlaces, ha sabido plasmar la creación del primer club feminista de España. Ha condensado los ambientes en los que nació y se desarrolló ese movimiento feminista. Ha reflejado las vidas de sus fundadoras con sus matices específicos. Ha expuesto los anhelos de las mujeres trascendiendo las épocas. Ha creado las atmosferas adecuadas. Ha expuesto los objetivos sin necesidad de enfatizarlos. Ha transmitido las emociones. Ha logrado la identificación de las y los espectadores.
-la misma proporción de mérito hay que atribuir a las cuatro intérpretes. Citemos sus nombres. Ane Pikaza, Nagore González, Olatz Gamboa y Getari Etxegarai. Exactas en sus movimientos y en sus expresiones. Contenidas en unas emociones y extendidas en otras. Muy expresivas en las matizaciones de sus personajes. Colaboradoras en la creación de atmósferas. Generosas en colaborar en el protagonismo de las otras.
-No menos mérito hay que conceder a la parte musical del espectáculo. Aquí el destinatario principal del aplauso debe ser Adrián García de los Ojos. Muy adecuado y oportuno el acompañamiento instrumental. Afinada la selección de las canciones. Muy cuidadas y ajustadas las intervenciones de canto. A este punto, han prestado mucha atención las actrices.
-Sería una injusticia no aludir a los elementos técnicos del espectáculo. No se puede dejar de citar que, en el diseño de vestuario, se han cuidado las hechuras, los colores y todos los detalles. Tampoco es posible dejar de reconocer la exactitud de las iluminaciones. Contribuye al desarrollo de las escenas y a la matización de las atmosferas. La funcionalidad del atrezo permite la agilidad en los movimientos.
-En resumen, una gran joyita. Además, especialmente oportuna en este momento.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 3 marzo 2019 - 12:05 pm
Categoría: General

David Barbero

-Aclaremos que ‘BAI’ son las siglas del Centro de Formación Escénica de Barakaldo. Por lo tanto, no es muy correcto el femenino utilizado en el título. Pero puede ser entendido como un guiño para positivarlo.
-Los alumnos, ex alumnos y profesores de este centro, en mayor proporción mujeres que hombres, presentaron ayer en el teatro municipal de su localidad su ejercicio periódico de buenas prácticas escénicas.
-Es interesante acudir a estos ejercicios con los ojos muy abiertos. En ellos, demuestran cada curso los avances de sus enseñanzas y las nuevas visiones que tratan de rejuvenecer la escena. Conviene mantener una actitud atenta para descubrir matices y ligeros guiños premonitorios.
-Este año, han elegido dos piezas cortas sobre las diversas manifestaciones de violencia que se dan en la sociedad. Yo entendí que eran dos guiños. La preocupación que debe tener el teatro hacia los problemas sociales. El convencimiento de que lo coto y breve puede multiplicar el contenido y la intención.
-Es muy posible que haya que buscar otro guiño reivindicativo de un autor en vías de olvido con la elección de ‘Pic-nic’ de Fernando Arrabal. También habría que atender a su tratamiento más cómico y ridículo que absurdo, como fue vocación del autor.
-‘Isla de sirenas’, texto del propio director Fer Montoya, tiene un tratamiento más enigmático, aunque la violencia tratada sea más cercana. Seguramente también es más sutil y sibilina.
-Tampoco hay que desatender a la progresiva madurez y las muchas ganas de los jóvenes profesionales desde que salen de las escuelas.
-Otro guiño intencionado a destacar es la acertada elección de un espacio reducido y cercano. Es muy posible que el teatro camine hacia esa proximidad en que se pueden percibir la respiración y los temblores de los intérpretes.
-En consecuencia, un ejercicio más que académico para percibir matices sobre lo que viene.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 2 marzo 2019 - 10:56 am
Categoría: General

David Barbero

-Ayer, por la tarde, fui a la sala teatral de Pabellón 6, en el Off Bilbao, convencido de que me iban a sorprender. De que iba a presenciar y participar en un espectáculo que me llegaría a la inteligencia, al corazón y a otras varias sensibilidades.
-Fui a ver el espectáculo titulado ‘Abre la puerta’. Sabía que los ingredientes fundamentales eran la poesía y la música. Y conocía que estaban implicadas personas cuyas capacidades artísticas son incontratables para mí.
-Ese convencimiento previo estaba puesto por la confianza en el artista integral que es José Luis Esteban. Esta vez, a su ilimitable capacidad interpretativa, unía su capacidad dramatúrgica. La selección de los poemas y poetas, incluido él mismo, es original y diferente.
-Naiel Ibarrola también tiene gran parte de la ‘culpa’ positiva en esa gran confianza previa. La creación de los audiovisuales y la vivencia de su música integrada en todo el espectáculo son asombrosas.
-Junto a ellos, están Fernando Bernués y Carlos Martin en la dirección escénica. José Ibarrola también aparece en la creación del espacio escénico. Y Alfonso Plou es responsable de la coordinación.
-Y más artistas integrales cuya garantía es absoluta.
-Si esas eran las expectativas con las que acudí a Pabellón 6, puedo asegurar que salí todavía más gratificado de lo que esperaba.
-Asistimos ayer pocos espectadores. ¡Una pena! Un error por parte de quienes no aprovecharon esta interesantísima oportunidad.
-Todavía se puede corregir ese error. Cuando vean la ocasión de abrir esta puerta, háganlo. Recuerden: José Luis Esteban y Naiel Ibarrola. Además, están muy bien acompañados.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 1 marzo 2019 - 12:21 pm
Categoría: General

David Barbero

-Ayer, por la tarde, fui al teatro Arriaga de Bilbao, a ver la representación de ‘El precio’ de Arthur Miller con un ánimo muy positivo. Miller es mi autor preferido entre la buena cosecha del teatro norteamericano del siglo XX. Ya lo he dejado claro en otros comentarios y también en cursos universitarios.
-Además, ‘El precio’ es una de sus obras ya maduras. Cuando la escribe, las experiencias vitales ya le han curtido. Su estilo como escritor ya está consolidado. Es uno de los textos en los que mejor equilibra la crítica social y el análisis de las miserias humanas. Los elementos racionales y las cuestiones emocionales.
-A todo eso, había que añadir que Silvia Munt, como directora, es una profesional muy de fiar en las diversas facetas de las artes de la representación que ha tocado.
-Por completar los motivos de mi ánimo positivo, señalaré que el cuarteto de actores que interviene en este pontaje es para quitarse el sombrero: Eduardo Blanco, Tristán Ulloa, Gonzalo de castro y Elizabeth Gelabert.
-Como este espectáculo ya lleva tiempo representándose y girando por los teatros de península, han aparecido numerosos comentarios. Prácticamente todos tienen un tono laudatorio. Así que eso me evita tener que repetirme.
-Sin embargo, deseo incidir en un aspecto concreto que afecta en general a las obras escritas hace tiempo y que pueden ser consideradas como clásicas o, al menos, clásicas contemporáneas. El comentario tiene más relación con aquellos textos cuyo contenido o crítica social los puede conectar con situaciones y problemas que están de actualidad.
-‘El precio’ es un caso prototípico. Su planteamiento se refiere directamente a una situación de crisis económica y social que tuvo lugar en el siglo pasado, pero con características muy similares a las actuales.
-Planteo así la cuestión: ¿Es conveniente incidir en esas alusiones concretas y reforzar los aspectos que refuerzan la similitud? ¿Es mejor ser enteramente fiel al texto y dejar que ese paralelismo surja por sí mismo? ¿Es preferible ser respetuoso a las palabras del autor y no tocar en nada su planteamiento? ¿Lo importante en el teatro es siempre el público al que nos dirigimos? ¿Es la referencia de todo lo que hacemos? ¿Por lo tanto, debemos enfocar los contenidos desde sus connotaciones, desde su referencia o perspectiva, aunque se mantenga la constancia de que no es la primera vez que eso sucede?
-Me arriesgo a ir un poco más allá en las preguntas. ¿Hay peligro de que el teatro se pueda convertir en un museo de los textos clásicos al tratarlos como a los cuadros de Velázquez o Goya? ¿Hay que dar vida al teatro conectándolo con la realidad del que lo presencia?
-Silvia Munt, la directora del espectáculo, ya ha respondido a esta cuestión. Ha dicho que renunció a ‘actualizar’ la obra y prefirió dejarla en los años 60 del siglo pasado, donde lo coloca Arthur Miller, por considerar que el paralelismo queda suficientemente claro.
-Ante esa rotunda y libre elección, solamente se puede decir muy bajito que para algunos esa distancia temporal se traduce en un enfriamiento –alejamiento o dificultad- para la conexión emocional y también para la eficacia de la crítica social.
-Hay otro elemento. Los textos teatrales que se escribían a mediados del siglo pasado tenían un ritmo diferente al actual. Era más lento, quizá más reiterativo. Había que decir las cosas dos veces y con énfasis para que tuvieran más fuerza. Ahora las narraciones cinematográficas y televisivas han acelerado nuestros mecanismos de contar las historias. Y no digamos nada sobre los efectos digitales o de internet.
-Si los espectadores actuales de teatro estamos contagiados por ese nuevo mecanismo de contar las historias, ¿no es conveniente hacer un respetuoso ‘peinado’ de los textos anteriores para que no parezcan lentos o reiterativos? He colocado intencionadamente el adjetivo ‘respetuoso’. Pero mantengo la pregunta sobre el substantivo.
-En consecuencia, la de ayer fue una muy interesante puesta en escena de ‘El precio’ de Arthur Miller, que da para reflexionar sobre muchas cuestiones.

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