David Barbero
-Cuando volvía anoche andando hacia casa, después de haber visto el estreno de la obra ‘Quitamiedos’ en el Teatro Arriaga, iba pensando si la compañía Kulunka tenía ya establecido su estilo. Su trayectoria todavía no es muy dilatada trayectoria, aunque sí exitosa y muy premiada.
-Pensaba que se podía decir que sí por la calidad de sus espectáculos, la minuciosidad con la que los trabaja, el cuidado en los detalles, el gusto por las joyas pequeñas, la limpieza en la presentación, la originalidad, y el rechazo al artificio innecesario.
-Pero me inclinaba por no caer en la equivocación de atribuirles uniformidad en el estilo. Los componentes de esta compañía realizan cada una de sus producciones de acuerdo con las características y necesidades de cada propuesta.
-‘Quitamiedos’, que es su última producción, recién estrenada, reúne todas esas cualidades. Destaca la originalidad de la historia, lo sorprendente del planteamiento, la aparición sucesiva e inesperada de las novedades o giros, la captación sostenida del interés o el escalonado descubrimiento de las diversas incógnitas.
-El mérito hay que atribuírselo principalmente a Iñaki Rikarte, responsable de la escritura y la dirección. A pesar de su juventud, se ha consolidado ya en los oficios teatrales más destacados. También ha desarrollado con éxito la interpretación en diversas ocasiones.
-Hay que destacar asimismo la extraordinaria contribución que realizan los dos intérpretes, Jesús Barranco y Luis Moreno. Sus personajes, muy intensos, exigen una tensión contenida y matizada. Pero debe ser mantenida sin desfallecimiento a lo largo de la obra.
-Sería injusto no reconocer las aportaciones escenográficas, visuales, sonoras y de iluminación. Caminan en la misma dirección que la acción dramática y contribuyen a que ésta fluya con el ritmo y el tono adecuado.
-Ya ha quedado indicado que es una pieza en periodo de estrenos. Lo está haciendo con una consistencia y seguridad poco frecuentes en esos arranques. Pero es un espectáculo que crecerá con las representaciones. Adquirirá un mayor equilibrio en todas sus partes y quizá también un desarrollo más claro, desde el principio, de su premisa dramática.
-De todos modos, cuenta ya con la originalidad, el trabajo meticuloso, el cuidado de los detalles, las sorpresas, la limpieza escénica y narrativa, cualidades todas ellas de una compañía de gran calidad como es Kulunka a sus diez años de vida.
-Para empezar, me voy a permitir hacerles una sugerencia. Si una tarde desean sorprenderse con una pieza de teatro o de danza, acérquense a la sala la Fundición. Y déjense llevar. Hay un alto porcentaje de probabilidades para que efectivamente salgan sorprendidos.
-Este fin de semana, lo hemos hecho un número aceptable de personas aficionadas a ese tipo de teatro alternativo, diferente, a veces gozoso, otras veces inquietante, incluso, en ocasiones, tan desconcertante que te irrita y hasta sales de la sala enfadada o enfadado.
-Estos días recién pasados, han actuado los integrantes de la compañía Estigma teatro. Vienen de Andalucía. Más en concreto de Córdoba. Traen un espectáculo que, quizá para despistar, titulan ‘Los primeros de Europa’.
-Es un espectáculo descarado, valiente, que no respeta las normas establecidas de la ortodoxia teatral, hilarante, divertido, crítico, sin concesiones, quizá en los límites de la anarquía cultural. Está lleno de humor y de ironía.
-A pesar de esas rupturas, sus creadores demuestran tener unas cualidades escénicas extraordinarias y una trabajada técnica interpretativa. Destaquemos a Alberto Cortés en la escritura y la dirección. Las interpretaciones son (i)responsabilidad de Nieves Pedraza y Antonio l Pedraza. Además, con buena música y acertadas canciones en directo.
-Demuestran cómo alguien se puede reír de todo, de todos, empezando por uno mismo y poner en solfa con humor lo establecido. Además, cómo es posible llegar al más absoluto de los absurdos y, sin embargo, entenderse todo perfectamente.
-Repito mi sugerencia. Sala La Fundición.
David Barbero
-Cuando caminaba ayer por la tarde hacia el teatro Arriaga para ver el espectáculo ‘El amor brujo. Siete canciones populares españolas’, me dominaba el sentimiento de esperanza. Estaba convencido, o casi, de que iba a asistir a un espectáculo muy potente y sugestivo. Esperaba ser contagiado de las cualidades que presiden el espíritu del grande, rico, pasional y profundo compositor Manuel de Falla. En concreto, confiaba en ‘vivir’ esta obra, misteriosa, sutil, gitana y bruja, como dice el título.
-Esta esperanza estaba motivada por la confianza que me inspira el actual equipo artístico del teatro municipal bilbaíno, con Calixto Bieito a la cabeza. El espectáculo está dirigido por Barbora Horakova, su discípula por excelencia. También están presentes los jóvenes innovadores, contagiados de ese mismo ánimo creador. Participan James Rosental en las coreografías, Ellyn Hebron como bailarina, Janiv Oron, como instrumentista innovador, el artista visual Domenico Billari y el responsable en audiovisuales Sergio Verde. Además, trabajan Arantza Heredia, en la iluminación, y Oscar Armendariz, en el vestuario.
-Por lo que había visto, con anterioridad, de este equipo joven, han adquirido una maestría en el tratamiento de lo que podemos llamar musicales clásicos como oratorios, cantatas y hasta óperas. Trabajan con autores muy destacados del pasado para traerlos a la modernidad. En la mayoría de las ocasiones presenciadas por mí, habían logrado dar a esos espectáculos una fuerza notable, reforzando su esencia, añadiendo la espectacularidad, la sorpresa y el contraste.
-He dicho que caminaba convencido ‘o casi’. He de reconocer que también me remordía una pequeña inquietud. Esta preocupación estaba motivada porque, en algunas de las últimas propuestas, me había parecido que el espíritu del autor clásico y las aportaciones del equipo innovador no caminaban en la misma dirección. Como si no se hubiera acertado en el tratamiento apropiado. O quizá hubiera fallado el análisis realizado sin llegar a la esencia de la obra. Como si las innovaciones y sorpresas ya estuvieran pensadas antes de elegir el proyecto.
-Lamentablemente para mí, ayer durante el desarrollo de ‘El amor brujo. Siete canciones populares españolas’, la preocupación se fue haciendo más grande. Y se me fue apagando la esperanza.
-He de reconocer que algunos de los elementos técnicos y artísticos del espectáculo me parecieron de gran valor, sorprendentes y hasta fantásticos. Otros, no tanto. Pero en general, tuve la sensación de que no caminaban en la misma dirección del espíritu de Manuel de Falla, de su sugestiva fuerza, su misterio, su contagio, su brujería gitana. Incluso algunos, como la selección de textos científicos y psico analíticos, podían ir en evidente contra corriente.
-Pero muy probablemente esa sensación me la creé yo mismo.
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