Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 21 febrero 2021 - 12:02 am
Categoría: General

David Barbero
-Antes de terminar, recordadme que explique por qué he puesto comillas a la palabra ‘drama’.
-Antes, voy a tratar de describiros la obra de teatro que he presenciado esta tarde en el teatro Barakaldo. No os preocupéis. No desvelaré nada sobre la intriga. Os adelanto que, para mí, ha sido una experiencia teatral muy curiosa, interesante, especial y por supuesto diferente.
-Comenzamos por el lugar donde tiene lugar la acción. Absolutamente indefinido. Puede ser un jardín, una calle, una terraza, un café. No importa. De hecho, el escenario no tenía ningún decorado.
-El mobiliario. Una mesa y dos sillas. También sin características diferenciadoras. Cualquier mesa y cualquier silla pueden servir. ¡Ah! Sobre la mesa había dos vasos y botellín de agua.
-Entran dos personas. He dicho que entran. Pero tampoco se puede asegurar si entran o ya están allí. Digamos que se colocan ante el público y bastante cerca.
-He indicado que son dos: un hombre y una mujer. Sin ninguna caracterización más. Incluso el que tengan distinto sexo, carece de significación. Ni la edad, ni la estatura, ni el pelo, ni el color de los ojos. La manera de vestir también es indiferente. Es decir, podemos ser – somos – cualquiera de nosotros.
-Ambos se disponen a conversar. A hablar. A comunicarse, a intercambiar palabras. He utilizado el término palabras. Quizá debamos buscar algo más genérico. Comienzan con sonidos. Onomatopeyas. Ruidos guturales.
-Se expone el deseo de establecer una conversación. Iniciarla. Crearla. Iniciar un contacto verbal. Tampoco es importante el tema, ni las posiciones, ni el contenido, ni las ideas. Simplemente hablar, comunicarse.
-He usado el adverbio ‘simplemente’. Debo retirarlo. Podría dar idea de que hablar y comunicarse es algo sencillo. Pero no es así. Hay que ir más allá. No es que sea difícil. Termina resultando un intento imposible.
-Una vez que vencen las primeras dificultades, las palabras, los sonidos, y también los gestos, se multiplican, se diversifican y se solapan Lo cual no quiere decir que se produzca comunicación alguna. Al contrario. No se logra ni en los momentos de mayor y más apasionada verborrea.
-Esto es lo que visto en el teatro Barakaldo esta tarde. La obra se titula ‘Los que hablan’. El autor y director se llama Pablo Rosal. Vive y trabaja en Barcelona. Los intérpretes son Malena Alterio y Luis Bermejo. Supongo que ambos son conocidos por vosotros.
-Me siento en la obligación de repetiros lo que he dicho en el primer párrafo. A mí, me ha resultado de un grandísimo interés. El texto, creo que es original, difícil de elaborar, ingenioso y muy meritorio en su construcción. La dirección tiene el gran mérito de tener muy claro lo que se quiere expresar y trabajar en todos los sentidos y con todas las fuerzas para lograrlo. Además, sin recurrir a elementos exteriores.
-El trabajo de los dos intérpretes lo considero de extraordinario valor y calidad. Se les exige una capacidad comunicativa extraordinaria. Su labor interpretativa, además, debe concretarse en cada uno de los gestos, movimientos, miradas, ruidos, sonidos, vocablos y palabras. Y todo, sentados en sendas sillas, sin ningún recurso complementario.
-¡Ah! Me queda explicar las comillas sobre la palabra drama en el título de este comentario. En realidad, la incomunicación humana llega al límite de ser una tragedia. Aunque no seamos conscientes de ello. Pero el autor-director y los intérpretes, muy hábilmente, llenan su denuncia de comicidad para que todos nos veamos reflejados con más evidencia.

Esta entrada se escribio el Domingo, 21 febrero 21 2021 a las 0:02 am. en la categoría: General. Puedes seguir los comentarios de esta entrada usando RSS 2.0 feed. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu pagina web.

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