Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 7 junio 2022 - 12:43 pm
Categoría: General

David Barbero

-Como las costumbres están para transgredirlas, hoy escribo sobre la representación de ‘Muerte de un viajante’, antes de que tenga lugar, mañana, en el Teatro Arriaga de Bilbao. Lo hago, porque ya he tenido oportunidad verla, y deseo recordar mi opinión favorable.

-Para no engañar a nadie, confesaré de nuevo, mi debilidad por Arthur Miller. Y entre sus obras, ‘Muerte de un viajante’ ocupa un lugar privilegiado. Creo que fue uno de los autores que mejor entendió y denunció la deshumanización y el engaño social que traía el capitalismo descarnado en la mitad del siglo pasado.  He estado a punto de afirmar que, a mi juicio, fue el mejor representante del teatro social norteamericano.

-Esta obra la estrenó justo en el año 1949. Y desde el principio, tuvo un impacto extraordinario. Obtuvo un gran éxito también de público. Los premios Pulitzer, Tony, de los críticos de Nueva York. Se hizo muy pronto una película que también repitió el éxito y los buenos comentarios. Sobre todo, significó un serio y profundo análisis, así como una valiente denuncia, de esa lacra social y humana tan profunda.

-La adaptación actual la firma Natalio Grueso. La dirección es de Rubén Szuchmacer. Entre los intérpretes más conocidos, destacan Imanol y Jon Arias, padre e hijo en la vida real, que también representan esos papeles en la ficción.

-Es constatable que están teniendo notable éxito. Supongo que debe atribuirse principalmente a la fama del actor protagonista. Pero espero que una parte de los espectadores acudan motivados por el atractivo del texto y de su autor.

-Es preciso señalar que la interpretación de Imanol Arias está especialmente cuidada en matizaciones y actitudes, así como en encarnar el carácter de fracaso personal.  A la adaptación y a la dirección, quizá se le pudiera pedir una precisión mayor en la clarificación y la agilidad del desarrollo expositivo.

-Con estas afirmaciones, me atrevo a manifestar mi satisfacción de que ‘Muerte de un viajante’ se siga representando y recomendar su visión. Además, en los carteles y anuncios se insiste en presentarlo como la denuncia del capitalismo salvaje. Incluso se añade que ‘resulta tan actual como cuando se escribió’.

-En esta última afirmación no creo estar muy de acuerdo. Desde luego, ayuda a que los espectadores reflexionemos sobre esa perversa naturaleza del capitalismo y que hagamos el trasvase de lo que sucedía entonces, hace más de setenta años, a los tiempos actuales. Y reconozco que ese ejercicio siempre es saludable.

-Sin embargo, los tiempos y las circunstancias han cambiado. Ese capitalismo salvaje ha aumentado en todas las direcciones. Pero ha adquirido nuevas formas, difíciles de identificar con las de entonces. Quizá por esa razón, los comentarios que he oído a la salida se referían más a la psicología de los personajes o a los problemas internos de la familia, que a la explotación humana del capitalismo.

-Pero bien viene recordar a Arthur Miller y a su viajante Willy Loman.

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