DAVID BARBERO
-Me voy a arriesgar a una interpretación general previa al comentario, aun a riesgo de estar equivocado. O mejor, me voy a arriesgar a dos interpretaciones. Así la equivocación puede ser doble.
-He seguido, con interés y curiosidad, la intensa aunque joven trayectoria en el teatro de mi tocayo Caiña. La primera interpretación concluye en entender que una línea común de sus ya numerosas obras está dirigida a realizar un retrato poliédrico de su generación. La obra, cuyo estreno he presenciado esta tarde en el teatro Arriaga de Bilbao, me lleva por esa misma dirección.
-La segunda conclusión sobre esa trayectoria inclina a pensar en un deseo de convertirse en un ‘teatrero’ total, abarcando todos los oficios escénicos con el fin de lograr autonomía personal para su desarrollo. Su dedicación principal hasta ahora ha sido la escritura. En esta ocasión, asume la dirección en solitario. También se mueve, durante toda la representación, sobre el escenario realizando diversas funciones. Se añade la producción por parte de la nueva compañía El Mortero, en unión de Pabellón 6.
-Incluso añadiré una tercera línea de evolución en el tratamiento del humor y en la deconstrucción de la acción, dentro de las piezas, de no gran tamaño pero mucho cuidado de los detalles, en las que se está demostrando su dominio.
-En esta ocasión, el microscopio del análisis se ha colocado en las relaciones sentimentales, en el complicado manejo de los sentimientos, y de la comunicación entre las personas jóvenes de esa generación. Los deseos de romper con los tabúes, las inseguridades, las rupturas, los silencios, los reencuentros. Se presta especial atención a los sufrimientos colaterales incluso por encima de los placeres recibidos. Es decir, como la vida misma.
-En ese punto, es preciso destacar el trabajo meticuloso realizado en la interpretación actoral, bajo la mirada del autor, a la vez director y persona tan implicada en la forma y el contenido de lo que se dice y se hace. En esa labor, Lucía Astigarraga, Kepa Alesso, Josu Angulo y Leire Orbe realizan una demostración de sus cualidades y su expresividad al encarnar las dos parejas de personajes.
-Desearía insistir en el notable mérito de esta labor interpretativa porque se trata de unos personajes, aparentemente sencillos y cotidianos, pero llenos de matices, de cambios, de detalles definitorios. Además con la obligación de ir pasando de unas situaciones a otros de modo rápido, fracturado, con interrupciones y cambios continuos. Y también con unos diálogos sintéticos, rápidos, muy expresivos y llenos de matizaciones.
-He aludido más arriba al estudiado tratamiento del humor, con la
intencionada ruptura de los códigos habituales, con una especial relación hacia los espectadores, la utilización de la música y las canciones para implicarlas en el desarrollo de la acción, aunque en alguna ocasión interfirieran con el texto.
-Creo que he indicado arriba que la representación de hoy era el estreno de la pieza. Lo repito para señalar que los interpretes han demostrado un dominio impropio de la primera vez. Ahora, de modo inmediato, comenzarán las representaciones en Pabellón 6, donde las dimensiones son más cortas y hay más cercanía entre el escenario y el patio de butacas. Allí van a estar unas cuantas semanas. La complicidad interna y las matizaciones aumentarán lo que repercutirá en los ajustes y la comunicación.
-A título personal, confieso mi intención de volver a verla allí y comprobarlo, a la vez de disfrutar otra vez.