-Fui ayer al Teatro Campos Elíseos con un cierto temor.
-No te convencen los monólogos.
-Criticaste incluso el día anterior el derroche de facultades de Manel Barceló ante los villanos de Shakespeare.
-El monologo de ayer se titulaba ‘La lengua madre’. El texto era de Juan José Millás, ilustre escritor, y la interpretación de Juan Diego.
-Creo que te olvidas de alguien importante. El director era Emilio Hernández.
-Te noto más reconciliado con este monólogo.
-Hubo una diferencia. Pensaron en el público. Se preocuparon de gustarle. Crearon un personaje atractivo. El texto también tenía estructura de conferencia. Pero en lugar de darla un falso, distante y altanero actor ingles, la daba un muy ingenuo profesor de gramática, que conectaba muy bien con el público y permitía su identificación.
-Además daba el punto de comicidad con sus exageradas pero calculadas ingenuidades.
-Juan Diego también hizo una demostración de todas sus calidades como actor. Pero no fue una exhibición directa. Fue más astuto. La utilizó para conquistar al público.
-Quizá la astucia se le puede atribuir al director, Emilio Hernández.
-El título original, en inglés, es ‘Shakespeare’s villains’. Su autor es el escritor y autor de teatro Steven Berkoff. No tiene una estructura estrictamente teatral. Se puede parecer más a una conferencia. Explica las características del teatro isabelino. Se fija en los personajes. Analiza los ‘villanos’, los ‘malos’. Pone ejemplos e interpreta algunos pasajes de varias obras.
-El texto exige ser interpretado por un actor con unas cualidades muy depuradas. Pide un dominio de las técnicas expresivas.
-Por lo que se vio ayer en el Teatro Barakaldo, el actor catalán Manel Barceló posee esas cualidades. Es un muy buen actor. Tiene muchos recursos tanto en la voz como en el gesto.
-Se puede decir que la representación fue una demostración de esas cualidades. Es posible imaginarse que ha elegido ese texto para realizar esa exhibición.
-Por eso, el decorado son sólo unas cortinas negras. El actor va con pantalón negro y camisa blanca. No hay más elementos. Ni vestuario, ni complementos. Nada de color. Ningún disfraz o caracterización. La luz se centró en el actor. Sólo él existía encima del escenario.
-Está claro que todo estaba destinado a que el espectador fuera testigo de las cualidades del intérprete y su buen hacer teatral.
-Dio una lección magistral.
-Lo que sucede es que no se sabe si esto es suficiente para que el espectáculo sea bueno, para que el público disfrute, se emocione, se divierta, sufra o ría, sienta compasión, miedo o alegría. Es un aliciente, un atractivo, una satisfacción, hasta un lujo, ver a un actor con todas esas cualidades. Pero el actor no es el objetivo. Es un instrumento.
-Al espectador le gusta que piensen en él. Al fin y al cabo, es el destinatario del espectáculo teatral.
-Ayer vi, en el teatro Barakaldo, la obra ‘Un extraño encuentro’, escrita por Lionel Goldstein y dirigida por Ángel Fernández Montesinos.
-¿Por qué dices que es poco extraño el encuentro?
-Me pareció bastante previsible en buena parte del desarrollo.
-Debes reconocer que es un espectáculo agradable de ver, bien interpretado, aunque tenga pocos medios escénicos.
-Se ve la mano hábil del veterano Ángel Fernández Montesinos.
-También es un texto estirado en demasía. Las preguntas de uno son incluidas en las respuestas del otro. Las cosas primero se sugieren, después de niegan, para afirmarlas a continuación, cuando el espectador ya las ha captado desde el principio.
-Faltan sorpresas.
-Yo insisto en que se ve con gusto. Los actores sacan muy bien sus papeles. El director tiene habilidad para exponer lo que hay en ese texto.
-Podemos estar de acuerdo. Todo eso hay en el encuentro.
-Ayer vi, en el teatro Arriaga de Bilbao, la obra ‘Los hijos se han dormido’ de Daniel Veronese.
-Aunque tenga un título distinto, se presenta como una versión de ‘La gaviota’ de Antón Checov.
-Según mis cuentas, es la tercera adaptación que hace Veronese de obras de Checov. En todas las ocasiones, ha utilizado un título propio.
-Esta vez, se ha rodeado de actores y actrices conocidos en España por sus intervenciones en teatro, en cine, y sobre todo en televisión.
-Creo recordar que en todas esas adaptaciones tú has expuesto públicamente tus reparos.
-Soy consciente de que estoy en minoría a la hora de hacer esos reparos. La gran mayoría dice alabanzas de las adaptaciones de Veronese.
-Yo coincido en su maestría en la dirección de actores.
-Aprovecha para exponer tus reparos.
-La principal consideración es que considero mejores y más profundos los textos de Checov. Pormenorizando, diré que creo que se elimina, para mal, la sutileza en la caracterización de los personajes. El trabajo de Veronese incide en clarificar los sentimientos de los personajes, en definir sus rasgos más característicos. Lo que en Checov es sutileza, insinuación, se transforma en claridad, fuerza directa, evidencia.
-Para el espectador, puede ser bueno.
-Se buscan los rasgos principales y se fortalece ese carácter. De esa manera, se reduce la riqueza de matices.
-Reconocerás que Veronese dota a las obras de un ritmo mucho más vivo y dinámico.
-¿Quieres decir más rápido?
-El otro día cené con el actor Juan Diego Botto. Decía que lo que hace Veronese es quitar las pausas al texto de Checov.
-Creo que es cierto. Quita las pausas y eso da un ritmo más rápido.
-¡Pero en Checov las pausas son muy importantes!
-En resumen, pienso que esas adaptaciones de Veronese ‘aligeran’ a Checov. No sé si utilizar la palabra ‘devaluar’.
-De todos modos, tampoco soy beligerante. Ésta es la sensación que yo tengo. Pero si hay más que piensan de otra manera, tendrán razón.
-Comencemos diciendo que es una de las óperas de Verdi que merecería más fama de que la tiene. Está por encima en calidad a otras que son más populares.
-¡Tampoco presumas de conocértelas todas!
-Desde luego que no puedo presumir de eso. Vi ayer en el Palacio Euskalduna de Bilbao la presentación de ‘Les vepres siciliennes’, presentada por la ABAO en la versión francesa y completa.
-Ya se ha difundido una valoración muy positiva. Muy buenas voces. La orquesta sinfónica de Euskadi a gran altura. El director John Mauceri, lo mismo. Los coros, también.
-Veo que liquidas esos aspectos fundamentales con rapidez. Lo tuyo es la puesta en escena.
– Más que la puesta en escena. Me interesa todo. Pero ahora deseo referirme al montaje general y a la concepción global de la obra. ¡El espectáculo total!
-Mi valoración en esos aspectos es también positiva. Merece un gran interés. No utilizo adjetivos como bueno o malo o expresiones de que me gustó o no. Me interesó mucho y me ha hecho reflexionar
-Entre el público, ha habido alguna discrepancia de opinión en esas buenas valoraciones. ¿No?
-Afortunadamente, hay criterios y gustos distintos. Eso es sano. Demuestra que es un arte vivo.
-El responsable de la puesta en escena, la dirección del montaje y la concepción global ha sido Davide Livermore.
-Le recuerdo por un extraordinario montaje de ‘Billy Budd’ también en la ABAO.
-Primer aspecto a destacar. Tiene detrás un planteamiento serio, detenido y estudiado en profundidad. Hay un pensamiento en el fondo. Una idea, una reflexión.
-Parte de la siguiente base. Verdi y su letrista querían hablar de los problemas de Italia en su momento, a mediados del siglo XIX. Sobre todo, deseaban hablar de la falta de independencia de Italia. Para ello, como metáfora, eligieron unos hechos del siglo XIII. Entonces, Sicilia estaba sometida y oprimida por las tropas francesas.
-Si nosotros deseamos hablar, piensa Livermore, de la falta de libertades en el momento actual, no podemos ir hasta el siglo XIII. Tampoco podemos ir hasta mediados del sigo XIX. Debemos traer los hechos hasta el momento actual.
-Por esa razón, Davide Livermore pone en escena el atentado de la mafia italiana contra el juez Falcone. Todos los personajes visten con ropas actuales. Las imágenes que se proyectan son de ahora mismo.
-Pero hay problemas. La falta de libertades en el siglo XIII, a mediados del siglo XIX y en la actualidad son de naturaleza muy diferente. Se puede aceptar que hay más semejanzas entre la edad media y el siglo en que le tocó vivir a Verdi. Aunque el momento actual esté más cercano en el tiempo, el planteamiento es muy distinto.
-La falta de libertades ya no viene por un ejército invasor extranjero que oprime a la patria. Ya no es una lucha valiente y arriesgada de los patriotas contra los invasores de fuera.
-Ahora los enemigos de las libertades del pueblo son otros. El propio Davide Livermore los cita. Ahora quien quita la libertad al pueblo son la dictadura mediática y la casta política.
-Insisto en que el planteamiento es muy diferente. Esa es una calve que no se tiene en cuenta suficientemente.
-Yo pregunto. ¿Es tan diferente como para ser incompatible? ¿Se pueden armonizar las dos visiones, las dos denuncias en la misma obra?
-Yo tengo mis dudas. El planteamiento claro de los patriotas valientes que luchan heroicamente contra los opresores de fuera ya no se puede aplicar. Los opresores son distintos y de diferente carácter. Tampoco vienen de fuera. ¿Quienes son los patriotas de ahora?
-¿Quieres decir que para hablar de la falta de libertades en el momento actual habría que hacer una opera diferente? ¿Piensas que no vale utilizar la ópera de Verdi para eso?
-Yo no tengo respuesta para eso.
-Está claro que en el montaje actual de esta ópera se ofrecen a la vez dos historias, dos visiones distintas. Una historia la cuentan Verdi y su letrista. Otra la exponen las imágenes y el montaje de Davide Livermore.
-¡A mí me ha interesado mucho esa reflexión!
-Pero chirría el hecho de que haya dos visiones en el mismo espectáculo.
-Yo reconozco un gran mérito al responsable de esta puesta en escena. Nos hace reflexionar sobre el momento actual. Eso es muy importante. Logra un espectáculo comprometido, polémico, interesante.
-¡Misión cumplida!
-Bueno, la polémica en las representaciones ha vendido por una cosa más concreta: la utilización de un vídeo con imágenes de la actualidad política española, sobre la música de ballet que incluye la versión francesa de esta ópera.
-Un debate menor. ¿No? Fue más sonoro por los pataleos y los silbidos. Pero menor. El propósito de Davide Livermore es mucho mas profundo y las dificultades que tiene que superar también son mayores.
-Lo dicho. ¡Interesante espectáculo!
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