DAVID BARBERO
-Voy a explicar con sinceridad la interesante aventura teatral que he vivido esta tarde en la sala la Fundición de Bilbao. Me voy a referir ahora exclusivamente a la obra teatral que he presenciado.
-Realizo esta advertencia, porque dentro de la aventura ha tenido lugar también la despedida personal de Laura Etxebarría y Luque Tagua por parte de los más fieles al proyecto desarrollado en esta sala durante las últimas cuatro décadas. Pero este aspecto os lo comento otro día.
-He acudido esta tarde a ver la obra ‘La Carn’ con gran interés. Debo añadir que junto a ese interés, había un elevado porcentaje de curiosidad. Pero también una cierta duda.
-Este punto de duda o de suspicacia nacía de que recientemente he asistido a algún espectáculo teatral que se presentaba como innovador, pero se quedaba en mera exhibición pornográfica. Veía ese peligro, porque esta obra también tiene un tema relacionado con al sexo. Pero adelanto que ese peligro ha quedado descartado muy pronto.
-Ha resultado ser una propuesta novedosa e incluso rompedora de clichés que han regido hasta ahora en el teatro y que todavía se mantienen vigentes, reacios a entrar en una nueva etapa.
-El espectáculo está escrito, dirigido y protagonizado por el joven mallorquín Lluis Garau, pero residente en Barcelona. Lo creó hace ya dos años como una performance justo al salir del Institut del teatre de Barcelona. Pero ha ido creciendo durante una larga gira internacional por teatros y festivales. Es una mezcla de teatro, danza y manejo de las nuevas tecnologías, a la vez que utiliza, como fondo, músicas tan variadas como Gustav Mahler Bad Bunny o Daddy Yankee.
-El objetivo fundamental de la pieza es exponer de modo directo, casi sin filtros dramáticos y escénicos, como si fuera una realidad, la manera en la que una buena parte de la juventud actual se inicia en sus relaciones sexuales a través de las redes sociales de modo clandestino y solitario. Al parecer este punto tiene un elevado porcentaje de autobiográfico.
La obra se centra en la historia de un joven que vive en un chalet de una urbanización situada cerca de Tarrasa . Se llama Ferrán. Convive con sus padres, propietarios de una carnicería a los que engaña al decirles que pasa las horas en el sótano ganando algo de dinero como ‘gamer’, En realidad, vende su cuerpo a través de las redes sociales y de esa manera realiza la iniciación en la vida de relación íntima. Sin otras connotaciones de emotividad, afecto o relación personal.
-La propuesta le permite a su creador hablar de «brecha generacional», abordando la construcción de esa identidad en personas que, desde muy pronto, han manejado redes sociales, frente a aquellas que hacen usos distintos de Internet por motivos profesionales o académicos. También permite reflexionar sobre la creación de la sexualidad, y sobre de qué manera condiciona el universo virtual las relaciones generales con el resto de las personas.
-En la obra, se muestra una utilización detallada de las nuevas tecnologías. Se trabaja con el dispositivo webcam, la representación del cuerpo virtual y las relaciones entre desconocidos. Se realizan conexiones en directo con otras personas que en ese momento realizan la misma experiencia. Por lo tanto, se presenta un hecho real. No una elaboración dramática preparada para ser representada ante y para un público. Los asistentes en realidad no son espectadores. Son más bien voyers, que miran clandestinamente una realidad intima ajena.
-Desde su estreno en 2022, el espectáculo “La carn” se ha podido ver en Madrid, Barcelona, Málaga, Sevilla, Palma…, así como en Portugal, Rumanía, Colombia o Irlanda, donde ganó el Premio Oscar Wilde en el International Dublin Theatre Festival. Ahora, se estrena por fin en Euskadi gracias a esta sala bilbaína.
-Así que tengo la sensación de haber asistido esta tarde, en la sala La Fundición de Bilbao, a un espectáculo innovador, que puede abrir brecha en la escena hacia el futuro.