Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 14 noviembre 2018 - 11:46 am
Categoría: General

David Barbero
-Es siempre muy de agradecer que los amigos con más posibles te aconsejen sobre las buenas obras de teatro que han visto en sus viajes. Por buscar una pega, se puede decir que esas recomendaciones crean un condicionamiento. Te sientes, después, ‘obligado’ que te gusten.
-La obra, ‘Iphigenia en Vallekas’, que vi ayer en el Teatro Arriaga, es un claro ejemplo. Desde hace tiempo, había recibido consejos de que no me la perdiera bajo ninguna circunstancia.
-En esta ocasión, hay que reconocer que tenían razón. La interpretación que hace María Hervás como ‘Iphi’ es digna de ser contemplada. Sería difícil encontrar peros a su trabajo. A lo sumo, alguna terminación en tono demasiado bajo para ser oída.
-María Hervás realiza una ejecución impecable, con extraordinarias variedades y matices tanto en la voz como en los movimientos. Evidencia unas cualidades muy elevadas para comunicar emociones diversas. Conmueve. Provoca sonrisas. Enternece. Enfada.
-Su capacidad para matizar diversas personalidades la desarrolla en segundos. Pasa de la debilidad a la fuerza. Matiza con gran precisión las escenas y los cambios.
-Seguramente todas estas capacidades tienen más desarrollo en los monólogos, cuando ella dispone del tiempo y del espacio. Antes de Iphigenia, ya lo había demostrado en ‘Confesiones a Ala’. E incluso en ‘Gondra’.
-Si en la interpretación de María Hervás es difícil no coincidir con los consejos recibidos, no sucede lo mismo con otros aspectos del espectáculo.
-La obra se basa en un texto de Gary Owen. Se presenta como la traslación a la actualidad del personaje trágico griego. ¡Bueno! Habría que decir que la distancia entre uno y otro es bastante larga. No sólo en el tiempo. Podría llegar a pensarse que es un truco para dar al proyecto un empaque de mayor consistencia. En la publicidad, es posible que resulte efectivo.
-En el texto, hay algunos pasajes que podrían chirriar. Las figuras de ese militar lisiado o de esa abuela superwoman quizá requieran cierta revisión. Incluso se podría asegurar que la acumulación de efectos lleva a la sensación de que la obra se estira psicológicamente por encima de su duración real.
-En la traslación del texto inglés al que se presenta aquí hay algún cambio de cierta importancia. Nadie dice que no sea lícito. Quizá el más destacado sea el que lleva el ‘mensaje’ de la obra a una crítica de los recortes sociales y a una presunta culpabilidad de los espectadores. Existe, a veces, una línea invisible que no conviene traspasar sin la necesaria sutileza. Si no, se puede caer en el panfleto.
-¡Ah! Sería injusto terminar esta reflexión sin aludir de modo elogioso a la matizada labor de dirección de Antonio C. Guijosa. Digamos matizada y eficaz. A pesar de que, en el programa de mano, se empeña en insistir en el paralelismo de esta Iphigenia con la griega.
-Con todo lo dicho, voy a caer también en el riesgo denunciado al comienzo. Yo también les recomiendo que no se pierdan esta ‘Iphigenia en Vallekas’.

Esta entrada se escribio el Miércoles, 14 noviembre 14 2018 a las 11:46 am. en la categoría: General. Puedes seguir los comentarios de esta entrada usando RSS 2.0 feed. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu pagina web.

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