Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 26 marzo 2022 - 11:21 pm
Categoría: General

David Barbero
-He acudido esta tarde al Teatro Social de Basauri, con una activa nostalgia y un recuerdo contenido, para volver a ver ‘Molly Bloom’ de Magüi Mira cuarenta y tantos años después.
-Adelantaré la sensación de que, en esta re-visión o re-vivencia, la obra y la interpretación me ha parecido viva, nueva, quizá un poco larga, impactante, conmovedora y revulsiva. También he podido comprobar que entonces y ahora, me ha aportado experiencias diferentes, adaptadas a los distintos momentos.
-En 1980, ese capítulo número 18 de la muy emblemática y compleja novela ‘Ulises’ de James Joyce nos (me) sonó a impacto, a provocación, a novedad, a reto, a valentía, a atrevimiento, a rebeldía.
-Además de destacar su significado intrínseco y sus múltiples connotaciones, es preciso situar el acontecimiento en aquel momento. Eran los todavía primeros pasos de la recuperada democracia política. Había optimismos mezclados de incertidumbres, búsquedas más esperanzadas que exitosas.
-El sentimiento principal de entonces era de satisfactoria libertad, ya que, por fin, se podían escuchar aquellas cosas y de aquella manera. Sobre todo, en boca de una mujer.
-Magüi Mira era una actriz joven muy emergente. Ya arriesgada, valiente y rompedora. La pieza la dirigió el escritor, teórico y pedagogo del Teatro José Sanchís Sinisterra, su marido en aquellos momentos.
-Ahora, al cumplirse cien años desde la publicación de ‘Ulises’ en 1922, Molly Bloom viene teñida de otras referencias. Diferentes, pero no menos oportunas. Magüi Mira es una actriz y directora consagrada. Pero sigue igual de valiente, arriesgada y rompedora. Mantiene una actividad desbordante en ambas facetas de actriz y de dirección.
-La Molly Bloom de esta ocasión no sólo es interpretada por ella en solitario. También se responsabiliza de la dirección y puesta en escena. Y los matices introducidos colaboran a las nuevas sensaciones que provoca.
-Cuarenta y tantos años después, esta sociedad que padecemos no está en aquellas incertidumbres de la post-dictadura. Pero padece otras preocupaciones e inquietudes no menos profundas.
-Por lo menos en mis sensaciones, esta tarde, en la espera de Molly Bloom a su esposo, como Penélope a Ulises, pero después de haberle sido infiel, predomina la reivindicación feminista. Comunica decisiones firmes. Pero también evidencia un profundo desprecio, por otra parte, merecido. Expone un arrojo fuerte. Pero también un escepticismo radical para afrontar las nuevas etapas que (nos) esperan, no precisamente con los brazos abiertos.
-Algo que me ha quedado muy claro, en la sesión de esta tarde en el Teatro Social de Basauri, es la maestría y la madurez de Magüi Mira como interprete. Su dominio en la matización, y también en la contención de gestos y tonos, de movimientos y miradas. A esa perfección, seguramente han contribuido sus trabajos como directora, por la sensación de dominio y seguridad que transmite.
-En esa sintonía, he entendido también el incondicional, sonoro y unánime aplauso del público hacia Magüi Mira y hacia las emociones transmitidas por esta Molly Bloom.

Esta entrada se escribio el Sábado, 26 marzo 26 2022 a las 23:21 pm. en la categoría: General. Puedes seguir los comentarios de esta entrada usando RSS 2.0 feed. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu pagina web.

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