Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 22 abril 2017 - 10:14 am
Categoría: General

David Barbero

-Fui ayer al Teatro Campos Elíseos de Bilbao a ver el último espectáculo del virtuoso y emblemático actor Rafael Álvarez, conocido como el brujo. Se trata de ‘Autobiografía de un yogui’. Está basada en la obra de Paramahansa Yogananda, que ha sido, entre otras varias cosas, el introductor del yoga en Occidente.
-Rafael Álvarez no solo es el protagonista absoluto de la obra. Ha adaptado el texto. Y de modo muy especial es el promotor de este espectáculo, que tiene un muy especial significado para él. Yogananda es su maestro en la vida. Hace tiempo que conoce su vida y su doctrina. La ha practicado. Y ahora, cuando ya se ha sentido preparado, la ha llevado a los escenarios.
-No hace mucho tiempo que ha estrenado esta obra. Está realizando las primeras giras. Por lo tanto, es previsible que todas las piezas del espectáculo vayan encajando y encontrando su sitio y su tiempo.
-Se puede decir que es un espectáculo ambicioso en el buen sentido de la palabra. Se puede decir también que ha roto esa racha crítica que atribuía a Rafael Álvarez ser el mismo en todos los espectáculos y mantener una idéntica estructura, basada fundamente en hacer una demostración de su virtuosismo interpretativo, de su gracia natural y sus capacidades para sacar punta a los acontecimientos inmediatos de la vida de la sociedad que nos rodea.
-‘Autobiografía de un yogui’ constituye un reto personal, un notable esfuerzo interpretativo, también un riesgo. Es por lo tanto, una demostración de que este actor, admirado por tanto, se mantiene vivo y no desea caminar exclusivamente por los terrenos que domina.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 8 abril 2017 - 10:25 am
Categoría: General

David Barbero

-Fui ayer al Teatro Serantes de Santurtzi a ver la obra ‘El jurado’ con gran interés. Incluso no descartaba volver hoy a verla en el Teatro Social de Basauri.
-Me había despertado el interés saber que se trataba de una obra autónoma, pero basada en el clásico norteamericano ‘Doce hombre sin piedad’. Tengo un gran recuerdo de esa obra escrita por Reginald Rose, que inicialmente se orientó a la televisión, pasó al teatro y aterrizó en el cine, con una interpretación desatacada de Henry Fonda y una dirección muy ajustada de Sigmey Lumet.
-Me parece que aquella obra es un claro ejemplo de cómo tratar dramáticamente un asunto social polémico y hacer su denuncia en la sociedad. Se llevaba a cabo esa denuncia y ese análisis a través de una historia perfectamente tramada, con gran intriga, con un desarrollo milimétricamente trazado, con unos personajes muy bien perfilados y con una graduación muy estudiada en los avances escénicos.
-Tenía también el interés de haber leído que, en esta ocasión, se deseaba mantener todas esas cualidades de intriga, desarrollo meticuloso y graduación en la acción. Pero se aplicaba a la situación actual de aquí mismo.
-Sin duda, ása debe ser la misión del teatro. ¿No?
-Adelantaré mi impresión final. Al salir de ver la función, me seguía acordando de la obra de Reginald Rose, de sus montajes teatrales y de la película de Lumet.
-En ‘El jurado’, no he visto, o no he sabido ver, aquellas cualidades. El objetivo de deliberación por los miembros de ese jurado no parecía tan claramente planteado. Hay muchos circunloquios de idas y vueltas indeterminadas. Incluso con menos personajes, todo parece más complicado. Las reiteraciones tampoco favorecen la intriga. Seguramente hay algo de pretensión. Quizá la palabra más adecuada es hablar de confusión de propósitos, objetivos y herramientas para conseguirlos. La intriga, la tragicomedia y el humor no caminan en la misma dirección sino que parecen enfrentarse unos a otros. La idea de la plataforma circular es, sin duda, buena, pero no termina de arreglar el conglomerado.
-Tendrás que aceptar que hay una buena sorpresa final.
-Sin duda, lo reconozco. Reconozco también que hay un trabajo concienzudo y hasta entusiasta. No rebajo en ningún punto el mérito. Simplemente expongo que yo salí recodando ‘Doce hombre sin piedad’. Con perdón.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 1 abril 2017 - 5:18 pm
Categoría: General

David Barbero

-Hay que decir, desde el principio, que ‘In memoriam: La quinta del biberón’ es un valiente, emotivo y calidad alegato contra la guerra, contra todas las guerras.
-También hay que afirmar que es un homenaje a los chavales muy jóvenes que se vieron obligados, la mayoría, a participar con muy pocos años en una guerra sin sentido, como todas.
-Es un homenaje realizado desde el teatro Lliure de Barcelona. Incluso se ha creado una compañía teatral específica y propia de ese teatro para esta ocasión. Por las características de esta obra, los integrantes de esta compañía son jóvenes entre veinte y treinta años.
-La persona más responsable de este espectáculo es Lluis Pasqual. El texto y la dirección son suyos. Un muy buen trabajo. Tampoco voy a descubrir, a estas alturas, las grandes cualidades de Pasqual como hombre total de teatro. Pero este espectáculo es una de las demostraciones más brillantes de esta gran valía.
-Para quien no lo haya visto todavía, hay que decir que no se trata de una obra teatral al uso. No cuenta la historia de una manera habitual con su planteamiento su nudo y su desenlace. Se trata de una comunicación directa, firme y personal al espectador. Los intérpretes hacen su presentación y exponen sus vivencias, deseos, miedos y tragedia cara a cara, sin intermediarios, con toda la fuerza posible.
-Otro aspecto me parece digno de destacar. Cuando uno desea hacer un alegato contra la guerra, es habitual coger la historia desde el lado del bando que resulta más odioso para la mayoría con el fin de que esa crítica sea asumida con más facilidad. Aquí no es así. Los reclutadores de esos jóvenes, los que hacen la salvajada de meterlos en ese infierno moral de la guerra fueron los responsables del gobierno legítimo de la república para luchar en contra de las fuerzas fascista que dirigía el general Franco. Es un signo de la libertad y la limpieza en el mensaje.
-De los actores, es preciso destacar su extraordinario trabajo interpretativo. Su fuerza. Su naturalidad. Su capacidad de comunicación emotiva.
-Seria injusto olvidar a los músicos y cantante que completaron el espectáculo – homenaje. Tuvieron una incidencia muy importante en que el espectáculo resaltara tan completo.
-Así fue reconocido con aplauso emocionado de reconocimiento por el público asistente a su presentación ayer en el Teatro Arriaga de Bilbao.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 27 marzo 2017 - 10:56 am
Categoría: General

David Barbero

-Como sucede habitualmente, ayer también hubo debate espontáneo en la sala teatral La Fundición de Bilbao al terminar la función. Es una de las muchas peculiaridades positivas que tiene este emblemático lugar.
-En esta ocasión, se había representado la interesante y atractiva obra ‘La maratón de Nueva York’, de autor italiano Edoardo Erba, que ha tenido un largo recorrido internacional. Nunca mejor dicho ya que los actores se pasan la obra corriendo a muy buen ritmo. Los miembros de compañía Criadero de morsas había demostrado su buen hacer y su trabajo interpretativo y el numeroso público había satisfecho o aumentado sus inquietudes.
-En el improvisado debate, había lógicas discrepancias de interpretación, búsquedas de distintos sentidos, investigación de ocultas intenciones.
-Hubo alabanzas hacia el teatro abierto que no deja cerradas todas las puertas ni responde a todas las preguntas. Alguien, inseguro, pedía más datos para encajar el puzle. Otros sabían disfrutar más de la comunicación que provoca el intercambio.
-En definitiva, una muy satisfactoria experiencia: ver teatro interesante, comentarlo, debatir, encontrar aficionados curiosos, saludar a amigos …
-Así llevan treinta años y pretender seguir otros tantos … por lo menos

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 26 marzo 2017 - 11:50 am
Categoría: General

David Barbero

-Este proyecto de ‘La vida es sueño’ no es uno más para la compañía zaragozana el Temple. Es EL proyecto. Siempre han tenido esta obra como referencia. Ahora, después de más de veinte años de desarrollo y aprendizaje, con numerosos éxitos y premios a la espalda, han decidido que están preparados para llevarlo a cabo.
-Con estas premisas, tenía que ser un acontecimiento. ¡Y lo es!
-Eran y son muy conscientes de que esta obra de Calderón de la Barca tiene una estructura muy elaborada, pero muy compleja. Saben la importancia que tienen los símbolos en su desarrollo. Conocen la profundidad de los temas tratados. Indaga sobre la esencia del ser humano. Sobre su capacidad para desarrollar su libertad frente a las circunstancias y el destino.
-Todo eso es lo que han deseado transmitir al espectador en su puesta en escena, trabajada con toda meticulosidad. ¡Y lo han conseguido!
-El primer trabajo ha sido la clarificación del texto. No he dicho adaptación ni mucho menos. Ahí ha estado la mano experta de Alfonso Plou.
-Carlos Martín, como director de la compañía y del espectáculo, ha tenido la responsabilidad en la ardua labor de encajar todas las múltiples piezas de este complejo rompecabezas dramático y doctrinal. La escenografía y el vestuario también debían ayudar a esa transmisión clara de una propuesta tan compleja.
-Me voy a permitir exponer mi duda de que en estos aspectos se haya conseguido la excelencia deseable. Pero lo digo con temor. El trabajo total ha sido inmenso.
-Hay que aceptar que el desarrollo y la comunicación en el espectáculo va manifiestamente de menos a más.
-Donde al dardo ha dado en el centro de la diana ha sido en la interpretación, en la comunicación del texto, a veces retorcido y enrevesado. También en la actitud de los personajes, en la fuerza de las escenas, en la profundidad de las ideas.
-Es de justicia destacar la labor de José Luis Esteban como Segismundo y como asesor de sus compañeros en la manera de decir el verso. Pero sería injusto que eso significara un menosprecio al gran trabajo de todos ellos.
-En definitiva, una de las más potentes versiones de ‘La vida es sueño’ de los últimos años. Si tienen ocasión de verla, deberían, creo, aprovecharla.

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