David Barbero
-Voy a dejar muy clara mi postura en esta polémica. Claudio Tolcachir es muy libre de dirigir obras del llamado teatro comercial. Por lo tanto, no tengo nada que reprocharle.
-Yo sólo expongo mi decepción. Tolcachir era un exponente de una manera de hacer teatro y de crear un mundo escénico que transcurría por un camino muy diferente al teatro que sólo busca hacer negocio.
-Me permito situar esta conversación. Claudio Torcachir ha presentado en Bilbao su dirección de la obra ‘La mentira’ producida por la empresa Trasgo Teatro. Como consecuencia de ello, incluso antes del día del estreno, se ha producido una polémica entre los defensores y los críticos de lo que éstos califican de pase de este director argentino al teatro llamado comercial.
-Yo tenía la esperanza de que su entrada en ese tipo de teatro sirviera, por lo menos, para dignificarlo o para introducir elementos novedosos. Pero se limita a servir a los intereses comerciales de este proyecto.
-En el estreno, le vi entusiasmado, como un niño con zapatos nuevos, sacando fotos desde el escenario al público que aplaudía.
-No hay ninguna línea de conexión entre su ‘La omisión de la familia Coleman’ y esta obra.
-Además, ni siquiera hace una dirección moderna. Separa las escenas con el antiquísimo recurso de fundir a negro. Mueve a los actores como una típica comedia de sofá.
-¡Esa es tu opinión!
-Realmente no encuentro ninguna justificación artística para que Tolcachir se haya metido en este proyecto. Para la empresa contratante puede ser un éxito. Para él, es un error. Y para mí, una decepción.
-Es un contrato que le puede abrir nuevas puertas. ¡Aceptémoslo!
-Son puertas que le llevarán por un camino opuesto al que ha seguido hasta ahora.
-Yo lo dejo claro. A mí, se me ha caído un referente.
-Lo más prudente puede ser dar tiempo al tiempo.