David Barbero
-He tenido un gran interés en ver esta tarde, en el teatro Arriaga de Bilbao, la adaptación teatral del muy famoso poema épico clásico inglés ‘El paraíso perdido’.
-Todavía he tenido más interés en comprobar cómo se había realizado esa adaptación teatral, que teóricamente parece muy difícil. Así que he dejado otras ofertas que también tenían gran interés.
-John Milton, gran poeta, ensayista y pensador político, escribió en el siglo XVII este inigualable poema ‘El paraíso perdido’, que muchos consideran de obligada lectura aún en la actualidad.
-Tiene como protagonistas a Dios, Adán, Eva y el Diablo. Comienza en el infierno. Allí Satanás decide vengarse de Dios utilizando a los seres humanos que acaba de crear. ¡Menudo arranque más ambicioso! A partir de ahí, afronta las trágicas caídas de los hombres, y las mujeres, claro. Da especial importancia a la rebeldía del ángel caído y a la tiranía del llamado Todopoderoso.
-El espectáculo que ha llegado hoy hasta el teatro Arriaga es una coproducción del Teatro Romea de Barcelona, el Festival Grec de Cataluña y el Centro Dramático Nacional. Es decir, un proyecto de gran nivel teórico.
-De la adaptación dramatúrgica, se han encargado Helena Tornero y Andrés Lima. Éste último también ha asumido la dirección escénica. Por lo tanto, otra garantía teórica. En la interpretación, están profesionales de tanto peso como Pere Arquillué,Cristina Plazas, además de Lucía Juár, Ribén de Eguía, Elena Tarrats y Laura Font. Sobre todo los dos primeros, también aportan calidad contrastada.
-No puedo decir, porque mentiría, que la adaptación no haya sido hecha con cuidado. Tampoco es posible asegurar que no se hayan añadido alusiones a reivindicaciones de actualidad. También es necesario reconocer que los dos intérpretes principales ponen toda su sabiduría en el ‘recitado’ de este profundísimo poema épico. Pero…
-Pero, en mi opinión, el espectáculo se ha quedado en ese recitado. A mi juicio, una gran pena. El tema de la rebelión del diablo y de los humanos contra el llamado creador todopoderoso, además de la gran profundidad señalada, podría tener un dramatismo evidente y un juego escénico indudable.