Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 20 octubre 2013 - 11:58 am
Categoría: General

-Es buena la idea de presentar en el teatro propuestas para el cambio de la sociedad.
-No sólo es bueno. Es necesario. Es la esencia del teatro. Hay que incordiar, criticar, ser irreverentes. ¡Hay que dar caña a la sociedad establecida, corrupta, opresora, manipuladora, adormecida!
-Si esa crítica se hace con descaro, todavía mejor.
-En la publicidad de la obra, ya se advierte de que hay desnudos integrales y que algunas escenas podrían herir la sensibilidad del espectador.
-¡Ése es un buen truco publicitario!
-Creo que va en serio. Algún espectador se ha debido de quejar.
-Sorprende que a estas alturas del siglo veintiuno existan dinosaurios.
-Nos estamos refiriendo a la obra ‘Los Iluminados’, que ayer vi en el Teatro Barakaldo.
-Está escrita por un joven autor norteamericano llamado Derek Ahonen. La escribió en el 2008 y se dice que es premonitoria de la crisis financiera mundial que ha tenido lugar desde ese momento.
-Presenta la vida y la lucha de una comuna de anarquistas (¿) que plantean su actividad y su existencia en contra de todas las normas del sistema establecido.
-¡Qué bien!
-¿Los desnudos?
-Los desnudos, el sexo y el consumo de drogas están muy presentes. Para posible escándalo de algún posible mojigato, si es que todavía existe.
-Se hace una decidida, abierta y hasta teórica defensa y propaganda de esa manera de vivir en contra de las formas sociales normalizadas y establecidas.
-Insisto en que la apología del cambio está muy bien. La crítica es lo que debe hacer el teatro.
-El problema es que …
-¿Hay un problema?
-Ya he dicho antes que hay momentos ‘doctrinales’. El autor y los actores consiguientemente se sienten en la obligación de explicar pormenorizadamente a los incultos y poco concienciados espectadores su doctrina, las características de la contracultura revolucionaria y las contradicciones de la sociedad corrompida.
-Incluso llegan hasta debatir (¿) sobre la existencia de dios, el cielo y el infierno. Todo, de modo muy pedagógico, con preguntas y respuestas.
-Lo estás planteando como un de colegio.
-Yo lo situaría, más o menos, entre los adolescentes de prebachillerato.
-Si pensaran que el público asistente puede incluso hasta ser inteligente, si no trataran de explicarle las cosas como a párvulos, si no le dieran la comida ya masticada, si se pusiera más ironía, más picardía, más dudas y menos afirmaciones de catecismo, menos buenos y malos, la obra ganaría mucho.
-Hay otro problema. Las reiteraciones. Repetir y repetir las cosas como si se desconfiara en la capacidad del espectador. La gente lo capta todo a la primera. Sobre todo, si se expone y se le dice bien.
-Así que la obra se hace eterna.
-Estar convencido de que uno predica cosas importantísimas para redimir a personas adormecidas y no concienciadas tiene sus riesgos.
-Pero volvamos al principio, que es lo esencial. El teatro debe criticar a esta sociedad burguesa y adormecida, injusta y opresora. Bienvenida sea la crítica y la burla.

Esta entrada se escribio el Domingo, 20 octubre 20 2013 a las 11:58 am. en la categoría: General. Puedes seguir los comentarios de esta entrada usando RSS 2.0 feed. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu pagina web.

Dejar un comentario

Esta página web utiliza cookies para mejorar tu visita adaptando la navegación a tus preferencias.
Para seguir navegando tienes que Aceptar las política de cookies. Más información