Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 19 noviembre 2020 - 1:37 am
Categoría: General

David Barbero
-Confesaré, para empezar, que la danza contemporánea, en ocasiones, me parece impenetrable. Enigmática. No siempre es fácil encontrar, en sus piezas, un significado claro, un sentido preciso, una comunicación, una emoción.
– Al menos eso me suele suceder a mí. Aunque soy consciente de que una buena parte de la culpa quizá sea mía. Mi actitud puede no ser la adecuada para afrontar y ‘entender’ este género artístico. Se me podría calificar de excesivamente racionalista y lógico.
-Esta tarde, en cambio, he acudido al teatro Arriaga con un ánimo confiado y un espíritu abierto. Iba a ver la pieza, de danza contemporánea, titulada ‘Lathe Biósas’, que se puede traducir como vida tranquila, agradable o placentera.
-Previamente había estado, en una rueda de prensa, con Natalia de Miguel y Jorge Jauregui, de la compañía Kanpai. Son los creadores, coreógrafos e intérpretes de la pieza. Allí, habían explicado que su deseo es comunicar a los espectadores sensaciones gratificantes, agradables, de equilibrio, y de serenidad. Que han planteado su trabajo como un encuentro con la naturaleza, en la búsqueda y el hallazgo de esa culminación, ese más allá, ese bienestar integral.
-Contaron cómo han ido diseñando el lenguaje de su danza contemporánea, de los movimientos y los gestos, en esa dirección comunicativa. Han ido construyendo el espacio sonoro con la música compuesta y también interpretada por Nico Hafkenscheid. Han unido las luces y el espacio escénico a ese deseo de comunicar. Incluso han añadido un recitado de palabras y una canción con intención casi exclusivamente fonética.
-Han tenido especial cuidado en señalar que la comunicación en danza contemporánea, – la que ellos buscan -, no es lineal, ni lógica ni discursiva, ni racionalista. Va más canalizada por las imágenes y por las emociones. En esas coordenadas, es donde se establece la conexión, cuando los artistas comunicadores y los espectadores abiertos sintonizan la misma onda.
-Y esta tarde ha resultado que funciona. Que el wifi de la buena danza contemporánea se abre con esa actitud. Que la energía fluye. Que llegan las emociones placenteras artísticamente propuestas por los intérpretes de la compañía Kanpai. Que asoma la serenidad. Que se produce el encuentro. Que, en esa sintonía, se alcanza la ‘Lathe biósas’ prometida.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 15 noviembre 2020 - 12:59 am
Categoría: General

David Barbero
-Me sitúo. Tuve ocasión de ver la obra ‘Viejo amigo Cicerón’ justo antes de que llegara el coronavirus. Hace un año. En 2019. No era ni par ni bisiesto. Durante el festival de teatro de Santurtzi, en el Teatro Serantes.
-En aquella ocasión, me di cuenta de que esta obra, además de ser fiel a lo sucedido en el tiempo de los romanos, estaba dirigida al momento presente. El espectador de hoy es el punto de referencia en la intencionada escritura de Ernesto Caballero, la cuidada dirección de Mario Gas y la muy matizada interpretación José María Pou. Tres grandes.
-Entonces, entendí que su deseo era provocar una reflexión sobre la necesidad de planteamientos éticos, justos y de convivencia en los gobernantes y en los ciudadanos. Asimismo es una denuncia de las ambiciones miserables y los egoísmos interesados que se ocultan bajo aparentes intenciones altruistas. Sobre todo, es una llamada a la responsabilidad personal.
-Esta tarde, he acudido al teatro Arriaga, para ver la misma obra, con el deseo de comprobar cómo encajan esas reflexiones en el nuevo panorama creado por esta conmoción social del confinamiento sanitario, la utilización política de esta catástrofe y las reacciones de la ciudadanía.
-Con ocasión de su presentación de Santurtzi, señalé la muy buena impresión que me produjeron los trabajos de Pou, de Gas y de Caballero. Tras la visión de esta tarde, mantengo ese reconocimiento a todos ellos. Y lo extiendo al trabajo interpretativo de Alejandro Bordanove y Marla Cirici.
-Deseo insistir en que hoy la obra me ha parecido especialmente preparada para este momento pandémico en muchos aspectos. Aunque sé que estaba escrita, ensayada y preparada antes de que esto sucediera. Me ha hecho reflexionar sobre algunos descubrimientos que esta catástrofe ha puesto todavía más en evidencia. Sobre cómo hemos construido una sociedad sobre bases equivocadas, egoístas, insolidarias, injustas y nada igualitarias. Sobre cómo los políticos, los poderosos y los gobernantes se preocupan muy poco de solucionar los problemas existentes. Y cómo se dedican a crear nuevos problemas con su ambición de más poder, más riqueza y más vanidad. Cómo los individuos nos hemos dejado arrastrar y contagiar por esos falsos y perjudiciales objetivos.
-Incluso me ha llegado la reflexión, viendo la obra, de que esta catástrofe podría ser utilizada para enderezar el rumbo de la sociedad, de las personas e incluso de los políticos y gobernantes. Pero, desde el mismo escenario, se asomaba el pesimismo de que como salida se apunta a más consumismo, más egoísmo y más insolidaridad.
-Me ha parecido muy pertinente la llamada a la responsabilidad personal. Incluso por encima de los riesgos y las negativas consecuencias que puede acarrear esa valentía. Y la última pregunta de la obra sobre lo que podemos –debemos- conseguir entre todos.
-Estoy especialmente interesado en resaltar la necesidad y la conveniencia de este tipo de teatro que hace reflexionar sobre la realidad actual. Como contra-espejo a los que reclaman que, en este momento, lo que hace falta es diversión para olvidarse de lo que está sucediendo.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 13 noviembre 2020 - 1:46 am
Categoría: General

David Barbero
-Comenzaré con una declaración de preferencias. Tengo una cierta prevención hacia los monólogos, ahora llamados unipersonales. He utilizado la palabra prevención. No he dicho rechazo. Me mantengo en esos límites.
-La prevención me viene del siguiente razonamiento. Creo personalmente que, en el teatro, las cosas tienen que ‘suceder’ sobre el escenario. No se deben ‘contar’ desde el escenario. Eso entra en el género narrativo.
-Hay otro motivo. En los últimos tiempos, un cierto tipo de monólogos ha adquirido notable popularidad. Sobre todo, con intención cómica. Hay un aspecto concreto que ha proliferado. La manera de enfatizar determinadas expresiones finales de frase para provocar la risa inmediata. Pero ese enfoque monocorde elimina la expresividad en el resto del parlamento. Y llega a impedir la emotividad en su desarrollo.
-No es que los unipersonales siempre sean narrativos. Ni todos tienen como único objetivo la carcajada al final de la frase. Conozco valiosas excepciones. Pero creo que existe una tendencia en tal dirección.
-Esa prevención me ha acompañado esta tarde cuando he ido al Teatro Arriaga para ver la obra unipersonal ‘Chicas y chicos’. Aunque tal sentimiento ha quedado contaminado con informaciones y reflexiones previas.
-En la información sobre el espectáculo y en sus dosieres, abundan las autovaloraciones positivas y laudatorias. Tales exageraciones no suelen ser buen síntoma. También se asegura que la obra tiene un planteamiento feminista, aunque haya sido escrita por un hombre, Dennis Kelly. La intérprete, Antonia Paso, trabaja normalmente en teatro dialogado. Éste es su primer monólogo. La directora, Lucia Miranda, lidera un proyecto en el que el teatro está unido a la intención educativa y de transformación social. Esta intención doctrinal puede ser un arma de doble filo. En ocasiones, es teatralmente enriquecedor. En otras, limitante.
-Así que, en la entrada del teatro Arriaga, me he enjuagado las manos con líquido desinfectante. Y el coco, con la esperanza en la promesa de que, esta vez, el tratamiento era ‘diferente’. Y también en el hecho de que, en la intención de todos, se trataba de la denuncia de un hecho tan horrible y deleznable, a la vez que muy extendido, de la violencia machista.
-Sin embargo tras ver la obra, en mi percepción subjetiva, ha resultado equivocada la elección del monologo. Y también el enfoque de sus tres cuartas partes hacia una interpretación frívola, para buscar la risa en los énfasis intencionados. Además de caer en la banalidad de numerosos tópicos previos. Esa elección y ese enfoque han debilitado, e incluso han impedido, la fuerza y la emotividad necesarias en la parte final, en la que incluía la denuncia de la violencia machista, horrible, deleznable y sin sentido.
-Por esa razón, – insisto en lo de subjetiva,- he titulado este comentario como una oportunidad perdida.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 11 noviembre 2020 - 1:40 am
Categoría: General

David Barbero
-Tengo conciencia de no ser Pablo Neruda, pero quiero escribir esta noche una oda en honor de una pareja de excepcionales teatreros, profesionales integrales de las artes escénicas: Mikel Martínez y Patxo Telleria.
-Esta tarde han estrenado, en el Teatro Arriaga, su enésima producción bajo el título de ‘Ez dok ero’, con la dirección de Jokin Oregi, la colaboración de Adrián García de los Ojos, en la música, de Naiel Ibarrola en los audiovisuales, y de Pio Ortiz de Pinedo en la producción.
-‘Ez dok Ero’ es un ejemplo modélico de su manera de trabajar, tanto en temas, asuntos e inquietudes, como en formas, maneras y intenciones. Tiene las características de su humor, sus juegos con el idioma, las disquisiciones sobre la cultura vasca, el buen ritmo, los gestos eficaces, la magnífica interpretación…
-Jugando con el título y la situación ficticia de esta obra, habría que decir que un poco ‘locos’ – o mucho – hay que estar para haber desarrollar la intensa y extensa trayectoria, hasta ahora, de ambos y de cada uno. Hace falta una buena dosis de maravillosa locura.
-Sería difícil para mí, decir el número exacto de sus piezas teatrales de diverso tipo, pero de estilo muy propio. Desde hace ya unas cuantas décadas. Los ochenta. Los noventa. Los dos mil Los dos mil diez, Y ya estamos en los veinte. Patxo y Mikel siempre han estado presentes en el panorama del teatro vasco. Y siempre para bien.
-Desde los tiempos de la compañía Maskarada. El guiño posterior de ‘Marxkarada’, ‘Mostruo Sakratua’, la historia del contenedor, ‘Euskara sencilloaren Manifestua’, ‘Larru haizetara’, ‘Euskarazetamol’. ‘Lingua Nabarrorum’, ‘Desentxufatua’. La serie de ‘Ez dok iru’. Y esto, contando sólo algunos de los espectáculos más destacados hechos a dúo.
-El teatro hecho aquí, y sobre todo en euskera, no sería lo que es sin ellos. Ahora el teatro en euskera está en un gran momento. Y una buena parte de la ‘culpa’ es de ellos.
-Por supuesto, tienen un estilo propio inconfundible. Algunos hablan de escuela. Su humor característico. Su ironía. Sus reflexiones sobre el idioma. Su mofa de todo y poner todo en solfa. Su ironía. Sus ingeniosos juegos de palabras. Su reírse de sí mismos. El mayor signo de inteligencia.
-Su buen hacer en los textos. Su preparación detallista. Su virtuosismo en la interpretación y la expresividad. Su cuidado sobre todos los aspectos escénicos. Su atención a los detalles. Su complicidad. Preocupación por la calidad. Deseo constante de mejora. La fidelidad a sus planteamientos, a la lengua, a la cultura propia. Sencillez, cercanía, trabajo, maestría…
-Me estoy refiriendo directamente a ellos dos. Pero soy consciente de que, junto a ellos, se debe aludir a los miembros de su compañía, a los talentosos y esforzados teatreros que se están incorporando en la dirección, la interpretación, la música, los audio visuales, la producción, la distribución. Una manera también propia de trabajar y hacerlo sin descanso.
-Desde hace tiempo tenía este deseo, esta obligación, de rendir un sencillo pero muy sincero homenaje, reconocimiento y alabanza a esta pareja de extraordinarios teatreros totales: Patxo Martínez o/y Mikel Telleria. O quizá al revés
-Tienen idea de seguir por el mismo camino. Habrá nuevas ocasiones para repetirlo. Al reconocimiento y la admiración me refiero.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 8 noviembre 2020 - 1:28 am
Categoría: General

David Barbero
-Soy consciente de que, en esta trastienda, ya es conocido ‘Quijote Kill’ o Alonso Quijano Mata, personaje escénico creado por el autor, director, actor, y auto-productor teatral Chema Trujillo. Hemos hablado de él. Incluso bien.
-A pesar de ello, he tenido interés en volver esta tarde a verlo en la sala Cúpula del Teatro Campos Elíseos de Bilbao por una razón muy concreta: En la ocasión anterior, Quijote Kill intentaba poner su muy peculiar orden, o quizá desordenar a su manera la situación, durante la reciente crisis económica y los correspondientes recortes de hace unos muy pocos años.
-Lo hacía sin que, en todo el parlamento del monólogo, apareciera la palabra ‘crisis’, ni ‘económica’, ni ‘recortes’. Pero se entendía todo y no hacía falta explicar a qué se refería.
-Como ahora nos encontramos en unas circunstancias todavía peores, he tenido curiosidad por saber si su hiper-análisis y sus mega-recetas siguen pareciendo cercanas y teniendo el mismo sentido.
-He podido comprobar, de nuevo, que no hace falta utilizar los términos de pandemia, covid, confinamiento ni otros como perimetral o colindante para que el buen lenguaje teatral llegue con toda nitidez lleno de metáforas y sutilezas.
-Sólo hace falta una pieza maestra como ésta, caótica en apariencia, medida en la intención, chocante, llamativa, hipnotizante, divertida, misteriosa, atrevida, inteligente, inquietante, lúcida… Y un intérprete todo terreno, comunicador, con muchos recursos, con dominio en numerosas teclas expresivas, exagerado y concreto a la vez, que parece que improvisa pero lo tiene todo calculado…
-No voy a dar ninguna pista más. Debéis ir a verlo. Como vamos a caminar de crisis en crisis, habrá muchas ocasiones apropiadas.
-Bueno. Daré una. La medida que se muestra es un poco drástica. Pero teatralmente resulta a la perfecta medida y al talento del gran Chema Trujillo.

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