Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 30 marzo 2012 - 11:15 am
Categoría: Teatro

 

-¡Viva els Joglars por toda la vida!

-Han cumplido ya más de cincuenta años como compañía. Toda una vida y más.

-Yo fui a verlos en pantalón corto.

-Vamos con ‘El nacional’. Lo crearon en los primeros años noventa del siglo pasado. El teatro estaba en peligro en España. Se inventaron como símbolo, la fábula de un local emblemático ya abandonado que iba a ser destruido para dar al local una rentabilidad mayor. El conserje se propone la aventura de montar un Rigoleto esperpéntico para evitar que las excavadoras del ayuntamiento comiencen a derribarlo.

– Ahora estamos en la segunda década del siglo XXI.

-Han decidido reponerlo, porque la situación es todavía peor.

-¡Vigencia absoluta!

-El esperpento excesivo, desparramado, grotesco, que ellos montan con esa excusa, está todavía más vigente.

-Es el contraste con la racanería de las obrillas monologadas para reducir gastos, en la que muchos han puesto el futuro del teatro.

-Se trata de otra manera de ver las artes escénicas.

-El cálculo frente a la exageración. El esperpento frente a los números.

-Pues ¡Viva el exceso!

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 25 marzo 2012 - 12:32 pm
Categoría: Teatro

 

-Fui ayer a  la sala BBK de Bilbao con muy buena disposición para ver la obra titulada ‘Málaga’, del escritor suizo Lukas Barfuss.

-¡Claro, tú como defiendes el teatro de texto!

-Me habían vendido muy bien  a este autor. Me habían dicho que tiene un gran prestigio en Suiza y Alemania. Que ha ganado numerosos premios.

-Lo definían como un forense  del alma humana.

-Destacaban que hace unos análisis científicos de la sociedad actual.

-De esta obra, se afirmaba que,  partiendo de del accidente de una  niña, ofrece una disección perfecta de los males sociales y personales de este momento histórico.

-Cuando llegué  al teatro, leí el programa de mano. La directora del  espectáculo decía que, en cuanto leyó la obra, sintió la imperiosa necesidad de dirigirla. Había quedado conmovida. Consideraba que  es ‘un teatro revelador e imprescindible’

-Es decir. Te habían comido el coco.

-Fui a ver si todo eso era verdad. Y en caso de  ser verdad, a disfrutar y a aprender.

-Tengo ganas de saber el resultado.

-Paso a contar una anécdota. Al terminar la función, se me acercó un espectador que sabía que yo soy periodista e informo sobre la actualidad teatral. Estaba enfadado. Me dijo: ‘Debes decir en la televisión que esta obra es muy mala. Tienes obligación de decirlo’.

-Tú obligación es decir cuál es tu opinión. No la opinión de ese espectador.

-En este caso, coincidimos. Así que dicho queda.

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 18 marzo 2012 - 12:43 pm
Categoría: Teatro

 

-Ayer fui a ‘La escuela de desobediencia’ en el teatro Baracaldo.

-Hasta ahora, ¿has sido muy obediente?

-Es una obra de teatro hecha con textos clásicos de los siglos XVI y XVII. Un autor actual, Paco Becerra, ha realizado la dramaturgia. Lo dirige Luis Luque.

-Por citar a todos, digamos que las actrices son María Adánez y  Cristina Marcos.

-Si quieres citar a todos, no te puedes olvidar de la soprano Rosa Miranda y de Sofía Alegre, que toca la viola de gamba.

-¿Qué pasa con los técnicos y productores?

-La tesis de la obra es la siguiente: hay que desaprender lo que te enseñan para acomodarte a las exigencias de la sociedad.

-Para eso, te enseñan otras cosas. Más o menos, las contrarias.

-Tú has titulado ‘escuela de sutileza’.

-A estas alturas, ya se puede enseñar lo que se quiera. Tiene tanto valor una cosa como la contraria. ¿O no?

-¡El teatro no es una escuela!

-¿No me dirás que está  mal dirigida e interpretada?

-No te lo digo. Pero en las escuelas, las cosas se dicen directamente, se exponen, se llaman por su nombre. Se da doctrina por un lado o por otro. En el teatro, se sugieren, se aluden, se deja al espectador que las imagine.

 

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 17 marzo 2012 - 2:54 pm
Categoría: Teatro

 

-Cuando el actor y director teatral David Selvas anunció su proyecto de adaptar y dirigir la obra ‘Hedda Gabler’ de Henrik Ibsen, dijo que pretendía quitar el polvo a esa obra.

-Resulta que Hedda Gabler es una obra emblemática de Ibsen, de las que se consideran más actuales. Una que quizá no acumula mucho polvo.

-De todos modos, para quitar el polvo, hay que saber.

-Si te pones a quitar el polvo a una pieza de porcelana china, corres el riego de que, por torpeza, la tires al suelo y la rompas.

-¿Este adaptador no había hecho el cursillo sobre cómo se quita el polvo a las obras de Ibsen?

-¡Ibsen es mucho Ibsen!

-Parece como si el adaptador estuviera muy preocupado de hacer algo novedoso y llamativo. Sobre todo, si iba destinado para el moderno teatro Lliure.

-Hay quien cree que en aras de la modernidad, todo es bueno.

-¡Tampoco exageres!

-De acuerdo. Pero resulta también que la psicología de la protagonista es un engranaje de relojería. Esas cosas hay que cuidarlas con mucho cuidado y estudio.

-En el comienzo del proyecto, partieron del análisis de que ‘Hedda está como una cabra’.

-Bueno. Bueno. Eso hay que matizarlo mucho. Hay muchas teclas en su carácter. Quizá lo más destacado sea la insatisfacción. Quizá lo sea el verse arrastrada por la sociedad con sus ataduras y convencionalismos. Quizá …

-Después hay que  analizar los sutiles pasos que da en el camino de la autodestrucción y de la destrucción de los que la rodean.

-Algunos creen que modernizan una obra con poner una música moderna a mucho volumen.

-También está la manía de hacer bailar ritmos actuales a personajes de otra época.

-De todos modos, no todos piensan como tú.

-¡Por supuesto! Es sólo mi impresión.

 

Desde la fila tres del patio de butacas
Por David Barbero | 10 marzo 2012 - 2:30 pm
Categoría: Teatro

 

-Estuve ayer viendo la obra de teatro titulada ‘Los músicos del Titánic’ en el Teatro Campos de Bilbao.

-Es una obra de humor, bastante gestual, con poco texto. Con cuatro actores polivalentes.

-Lleva ya cuatro años de gira.

-¿Qué te pareció?

-Hombre. Me confirmé en la idea de que el humor es difícil de hacer.

-¡Tú lo sabes bien en propia carne!

 

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