David Barbero
-En este espacio, normalmente hago comentarios sobre las obras de teatro que veo esa misma tarde. Hoy voy a aludir a una película, ‘Belfast’, que he ido a ver a primera hora de esta tarde, por un motivo muy personal.
-He tratado de reflejarlo en el título de este comentario, con la alusión de la doble nostalgia.
-La primera nostalgia es la del guionista y director de esta película, Kenneth Branagh. Ha escrito y dirigido esta película sobre sus propios recuerdos infantiles. Nació y vivió en Belfast sus diez primeros años de vida. La acción la centra en su calle durante los años 1969 y 1970.
-La segunda nostalgia es mía. En esos años, exactamente, yo vivía en Belfast. Trabajaba como corresponsal de la agencia efe y como profesor de español. Hacía poco que había acabado la universidad. Y era mi primer destino profesional fuera.
-Así que esta tarde he acudido a ver esta película con una actitud y especiación muy especial. Algo parecido a reverdecer mis recuerdos; a complementar los matices de mi memoria; a revivir mi vida pasada.
-Y esa es la sensación que he tenido al verla. Me ha vuelto a sorprender la violencia de las bombas y las explosiones. He tenido la sensación de que, al vivir allí tantos meses, me había acostumbrado a aquella situación.
-Pero en mi memoria, quedaba los cacheos diarios de los soldados británicos. Las interrupciones de las reuniones por los avisos de bombas. O las vigilancias en los cruces de calles. Las entrevistas periodísticas clandestinas a los líderes, Bernadette Devlin, o con el emergente, entonces, Gerry Adams.
-¡Ah! En la película no aparece la calle en la que yo vivía. Era Antrim Road. Ni el parque que tenía enfrente. Pero efectivamente, el autobús hacia el aeropuerto era el número 42.
-La acción de la película se desarrolla en una calle de mayoría protestante. Yo daba clases en una High School católica y en otra protestante. Además de las prácticas en la Queens University. Tenía posibilidad de conocer in situ los dos ‘frentes’. Era curioso contrastar las interpretaciones opuestas de un mismo acontecimiento.
-Ya entonces, yo era muy aficionado a ver teatro. En la película, aparece EL Globe theater, en el centro de la ciudad. Yo era más asiduo al Lyric Theater, en la universidad. No era sólo de estudiantes. Venían compañías profesionales de todo Irlanda y de Inglaterra. Vi cosas muy interesantes.
-También iba a cine. Por cierto, la mayoría de las películas debían ser interrumpidas por los avisos de bombas. También Kenneth, de niño, según su narración, iba bastante al cine. Pero alude sólo a películas clásicas. Yo recuerdo haber visto allí películas modernas y polémicas en aquel momento.
-Así que, entre mi trabajo periodístico, las clases, el cine y el teatro, al anochecer, todos los días, me pillaban los controles del ejercito británico. Al verlos, me colocaba directamente en la pared para que me cachearan. Era cuestión de perder el menos tiempo posible.
-En definitiva. Me ha resultado una experiencia curiosa esto de reverdecer mi propio pasado a través de la ficción creada por otro sobre sus propios recuerdos.
David Barbero
-La verdad es que esta tarde he ido, al Teatro Barakaldo, con gran curiosidad para ver lo que han hecho los irreverentes y atrevidos integrantes de la Calórica con ‘Las aves’ de Aristófanes.
-Os presento a las dos partes.
-La Calórica es una compañía teatral catalana creada hace una docena de años por jóvenes recién salidos del Institut del teatre. Estaban deseosos de hacer el teatro que deseaban, sin trabas ni condicionamientos de las compañías establecidas. Querían unir las nuevas formas de interpretación, con la comedia y la critica social.
-Durante esta década larga de existencia, han presentado numerosos espectáculos, con notable éxito y han definido un estilo propio rompedor y crítico. En la actualidad, se mueven ya con colaboraciones con grandes compañías oficiales y actúan en los teatros más reconocidos. Lo más importante: han logrado salvar su independencia para seguir realizando lo que desean hacer a su gusto.
-‘Las aves’, de Aristófanes, hay que colocarla dentro de la comedia antigua en el teatro clásico griego. Es una muestra, quizá la más destacada, de crítica social, en un momento en que los griegos estaban muy afectados por sus guerras intestinas.
-El objeto concreto de las críticas de Aristófanes eran las corruptelas que ya estaban apareciendo en la recién inaugurada democracia griega. Toma como argumento la rivalidad entre los pájaros, de ahí el título, y los humanos para organizar del ‘mejor’ (¿) modo posible sus respectivas sociedades.
-Los integrantes de La Calórica han llevado su adaptación de ‘Las aves’ de un modo directo y decidido a la crítica de las corruptelas sociales de la actualidad, todavía más grandes que las de entonces. Todo ello manteniendo, aunque libremente, el argumento y las peripecias tomadas del cómico griego.
-Sobre el escenario del Teatro Barakaldo esta tarde, se ha podido ver una denuncia implacable, mordaz, directísima, irreverente, sin ninguna vergüenza, políticamente nada correcta, exagerada pero exacta, casi esperpéntica pero ajustada, valiente, llamando a las ‘cosas’ por su nombre actual, sin cortarse un pelo, de todas las lacras existentes en la sociedad actual, sin dejar un ‘gremio’ libre de culpa, pero reflejando los diferentes niveles de irresponsabilidad, corrupción, ambiciones y manipulación.
-Ellos lo han definido como ‘un disparo contra los achaques de la democracia en tiempos de populismo neoliberal’.
-Los miembros de la compañía La Calórica han realizado una demostración de sus cualidades y de su trabajo en los diversos campos y elementos escénicos. Todos esos elementos, texto, dirección e interpretación, han estado coordinados en la dirección de conseguir el resultado antes descrito.
-La mínima correspondencia exige exponer sus nombres como reconocimiento. La dramaturgia está firmada por Joan Yago. La dirección ha sido responsabilidad de Israel Solá. En la interpretación, todavía más meritoria por el vertiginoso ritmo de cambios de personajes, hay que citar a Xavi Francés, Aitor Galisteo-Recher, Esther López y Marc Rius.
-Por mi parte, deseo elogiar y también agradecer, el trabajo realizado. Me reitero en decir que esa es la misión del teatro.
David Barbero
-Hoy he acudido a Pabellón 6 con el ánimo abierto al reconocimiento. En plural. Reconocimientos.
-Comenzaré por Emily Dickinson. Para mí, ‘la’ poeta norteamericana. Sus extraordinarios, sencillos y expresivos poemas. También su frágil, delicada y angustiosa vida. Lo que otros consideraban ‘rarezas’. El simbolismo de vestir siempre de blanco. Su encierro voluntario. Su confinamiento.
-¡Ah! Debo aclarar que esta tarde en Pabellón 6 se representaba la obra ‘La dama de blanco’. Dedicada a ella, por supuesto. A Emily Dickinson. A su recuerdo, a su análisis, a su descubrimiento, a su interpretación.
-La actriz que ha encarnado a Emily Dickinson en ‘La dama de blanco’ ha sido María Pastor. En la representación, ha realizado una demostración de su dominio de las técnicas expresivas. En las tonalidades y modulaciones de su voz. En los gestos. En las expresiones. En los movimientos. Ha existido un plus en el proceso de recuerdo y hasta de identificación.
-Otro de los motivos de reconocimiento al ir hoy a Pabellón 6 va dedicado a ella. Me niego a repetir aquí referencias a los numerosos y arriesgados personajes que ha asumido. E incluso, a los premios y distinciones conseguidos. Si alguien está en ese estado de ignorancia, debe remediarlo con urgencia.
-También ha estado en Pabellón 6 Juan Pastor, padre de María. Ha realizado los trabajos de dirección, dramaturgia y escenografía de esta obra. Además, va a dejar una muestra de su destacada trayectoria como pedagogo teatral.
-Padre, hija y el resto de la familia llevan tiempo implicados, con entrega y valentía, a la muy destable labor de crear y desarrollar la aventura, artística y también vital, del teatro en la compañía Guindalera.
-No sé si corren buenos tiempos para ese tipo de lírica. Pero ahí queda mi reconocimiento. Yo no suelo llevar sombrero. Pero chapeau por ellos.
David Barbero
-Me voy a referir, en este comentario, a la obra que he visto hace un rato en la Sala La Fundición de Bilbao. La ha representado la veterana compañía madrileña Cambaleo teatro. El título es ‘Algún sitio para volver’.
-Como habéis visto, he encabezado este comentario con el mismo título de la obra. Sintetiza perfectamente lo que he sentido durante su representación. En todo caso, podría añadir algo: Algún sitio para volver, y reencontrarse a sí mismo.
-La compañía Cambaleo teatro está a punto de cumplir cuarenta años de actividad. Su núcleo duro está en ella desde su fundación. Desde ese momento, tenían claro su propósito. Se podría definir como un teatro político y de vanguardia. Y a ese espíritu, se han mantenido fieles durante estas cuatro décadas. Se podría decir que en el fondo y en las formas.
-Esa naturaleza firme e inmutable se nota hasta en la manera de autodefinir su propio espectáculo. Cito textualmente. ‘Un lugar…’ aborda preguntas fundamentales sobre cómo vivimos’. En esa contundencia, y hasta solemnidad, demuestran lo arraigado de sus convencimientos. La firmeza de su ideología. La perseverancia en sus propósitos. Y la constancia en la dirección de su trabajo teatral.
-A continuación, detallan cuáles son esas cuestiones que siguen siendo fundamentales para ellos durante estas cuatro décadas. ‘Preguntas sobre el trabajo, el miedo a la incertidumbre, la seducción que ejerce el sistema sobre las personas, las ruinas del capitalismo, el paso del tiempo…’. También los definen.
-Esa misma rotundidez y contundencia demuestran al definir la misión que, a su juicio, debe cumplir el teatro ‘Un teatro es una casa donde se rinde culto a la razón y al conocimiento. Donde se preguntas qué significa ser persona. Donde se desafía a los dioses y al poder’. Pueden sorprender a muchos, incluso teatreros, en los tiempos presentes.
-Como testimonio, debo exponer sus nombres. En la dramaturgia y la dirección, está Carlos Sarrió. Los intérpretes son: Eva Blanco, Julio García, Martín Cano, Flor Goldstein, Antonio Sarrió y Julia Eme.
-Recientemente, se han visto muy perjudicialmente afectados por una muy lamentable decisión municipal de la población del sur de la Comunidad de Madrid donde han tenido su residencia durante todos estos años. Por esa arbitraria decisión, han visto cerrado su local, tan bruscamente que no han podido ni recoger sus pertenencias.
-Siendo fieles a su propósito, naturaleza y decisión, ellos siguen con su trabajo teatral, a pesar del premeditado intento de destruirlos. Tienen varios espectáculos en gira. Y ya están ultimando el que va a conmemorar sus primeras cuatro décadas de trabajo.
-No sé lo que pensáis. Pero a mí, me parece difícil no coincidir en el aplauso y el apoyo a su firmeza, fidelidad, constancia y decisión. Y también alabar la actitud de La Fundición acogiéndolos. A todos ellos, se les puede aplicar el título de ‘Algún sitio para volver’.
David Barbero
-Deduzco que el título de este comentario es malo, porque debo explicarlo. Recuerdo que el poema de García Lorca, y la canción siguiente, decía ‘La Tarara, sí. La tarara, no’. Yo he querido reafirmar La tarara, por dos veces.
-Lo he hecho como muestra de reconocimiento a lo que he visto y sentido esta tarde en el teatro Arriaga de Bilbao. Allí se ha estrenado la obra teatral titulada ‘Tarara/La tarara’. Lo ha hecho la reconocida compañía guipuzcoana Hika sobre el texto de la escritora alicantina Josi Alvarado.
-Reconozco que a mí me gusta acudir al teatro caminando. Imaginando lo que voy a ver, a partir de los datos que ya conozco sobre el proyecto. No digo que deba hacerse así. Pero a mí, me sirve para tener los ‘datos’ recientes, desde el principio de la función.
-Así que, al caminar esta tarde hacia el teatro Arriaga, he re-anotado mentalmente que la acción se desarrollaba en el Bilbao de los años 70. Misteriosos y un poco oscuros los recuerdo. En un barrio bilbaíno muy emblemático: La Palanca o SanFran. Muchos motivos para estimular la imaginación.
-Me he detenido en los personajes. Me atraía que las protagonistas fueran mujeres en situaciones diferentes. ‘Una mujer que había nacido hombre, una madre sin hija y una hija sin madre’. ¡Que buenas definiciones! Con esto, al interés, se añadía más curiosidad.
-También he tratado de imaginarme a la autora Josi Alvarado. Alicantina, He lamentado tener todavía pocas referencias sobre ella. Por mi cuenta, he añadido vinculación con Bilbao. Me ha creado expectativas que, con este texto, haya ganado el primer premio SGAE de teatro Ana Diosdado.
-De la obra, he recuperado que se anunciaba un planteamiento de intriga. A mí, ese propósito me parece muy conveniente siempre. Además, que estaba rodeada de un tono poético. Incluso, he apuntado que se podrían encontrar referencias a García Lorca y a Almodóvar. No son malos apuntes. Habría que estar atentos, me he dicho.
-Sobre la compañía Hika y su directora Agurtzane Intxaurraga no he necesitado recurrir a la imaginación. Hace tiempo que sé de ellas y tengo vivencias anteriores que me daban, antes de entrar, absoluta confianza. La sutileza y habilidad para tratar los temas más duros. La riqueza de matices. La importancia de los detalles pequeños que se convierten en significativos.
-A los intérpretes, también los tenía conocidos y reconocidos. He recordado, primero, sus caras ‘auténticas’. Y después, algunas representaciones que me habían gustado. Los cito como reconocimiento. Unos actúan en euskera; otros en castellano; y algunos en los dos idiomas. Kepa Errasti, Itziar Ituño, Eneritz Artetxe, Sandra Ferrús, Tania Fornieres, Jordana Otxoa, José Cruz Gurrutxaga y Adrián García de los ojos.
-También me gusta detenerme en los que desarrollan los elementos mal llamados técnicos, porque tienen mucho arte. He recreado, en mi mente, algunos trabajos destacados de, por ejemplo, Ikerne Giménez en escenografía y vestuario. O de Adrián García de los ojos y Jordana Otxoa en la música y las canciones. También la iluminación y el grafismo.
-Con esas seguridades y esas confianzas, me he sentado en la butaca de la séptima fila. Y entonces, sí me he dejado llevar. La verdad es que todos ellos me han llevado en angarillas. Me han sorprendido desde el principio. Me han despertado todos los sentidos. No me han dejado desviar los ojos, ni la mente.
-Comienzo por la primera impresión del escenario. Los colores, las luces. El sonido del violín, el piano. La atmosfera. Sobre todo, la atmósfera. Las muy cuidadas interpretaciones. Desde los gestos muy significativos. Las emociones. La fragmentación de las acciones. Los recorridos argumentales. Los intencionados meandros. Los habitantes imaginarios de la mente. Los dolores del alma. La complicidad creada.
-Esta tarde era el estreno en castellano. Ayer fue en euskera. El conjunto mejorará. Todavía más. Cada pequeña pieza se ajustará incluso con más exactitud.
-Ahora, hace un rato, camino de casa, he realizado el repaso a la inversa. Me reafirmo en las reiteraciones afirmativas que he escrito en el título. Una ‘Tarara’ sí en todos los sentidos.
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